Niño primero y en el correr de los años hombre, mitad mexicano y por el otro costado también. José por su abuelo, Fernando por su padre, estudiante y politólogo. Tauromáquico y escritor, lo poeta le surgió desde la soledad. Ha publicado en revistas como El Círculo y La Nación Política. Participó en lecturas de poesía en el teatro Bataclán y Mil poetas por el cambio. Se ha inmiscuido en la política y lucha ante las inclemencias del desengaño.
“Entre el remendado recuerdo de mi infancia, los juegos a solas, las platicas con las paredes y el presente que no deja de molestar, descifro mi vida frente a la hoja. Seré poeta, seré escritor, no lo sé, más bien seré palabras o peor aún, lo que después de los poemas o del punto final se abre como un acantilado e insiste en la memoria.”
El mosco
El mosco virulento va,
poeta presuroso, desterrado zar,
suspirando al viento el dolor del mar.
Rasca con sus alas
de oro oxidado
y polvo de plata.
De alcohol preñado,
singlea, explota,
hace feria, balbucea la nota,
prende fuego
y en su cola,
raspa la luz de bermejo,
el líquido sin sombra.
Cuelga el tiempo a mis oídos,
recuerda la madreselva
como aretes de plumajes redondinos,
Entraña la playa,
inclina la barca,
La palmera en su necio
de la noche al cuchicheo.
El mosco va,
galeote y armazón,
gendarme,
hechicero bravucón.
Crío de longevo higüero,
que es de la noche amo,
diablo, sueño y señuelo.
De nuevo pasa
En Tarde azulada,
rebolera,
en rosas ensartada,
iba la frente combativa
que arena alzaba
en cierne, capote y luz altiva,
Pues hocinegro Dios salía.
Hosco en sangre, trompeta y por diestra,
Se elevaba el natural
de la miel a su espalda
y cornamenta.
Hasta sus pies llega,
al filo del sol
y al ojo de bella,
Pues de nuevo pasa,
la sombra de estrellas,
enamorada la luna,
del polvo de mi alma
canción de ti eterna.
El astillero de plata
Prístino oro
amordazado de tus huellas,
en mis ojos clavada
la tienta de tus piernas.
Hojarasca de pupila
paciente lamiendo tus sonrisas,
Despides la mano,
callas la triza,
de mi pecho hijo de tu espuma.
Nublas la vista, erizas la pierna,
y desnuda
ojo de luna,
Bañas la luz
y eres la noche,
valiente, restringida.
No eres más mujer
que descubre
la plata a la luz de mis astillas.