“Nunca confesó abiertamente su amor, pero sí es cierto que los ojos hablan, y hasta un idiota se habría dado cuenta de que estaba locamente enamorada”
Cumbres Borrascosas, Emily Brontë
La carta que nunca leerías
Hay quienes conocen al amor de su vida desde muy pequeños, hay quienes lo hace en la cúspide de su vida, pero yo lo conocí a los 27 años. Estudios científicos revelan que la mayoría de los seres humanos encuentran a “su persona” aproximadamente a los 28 años; lo que me hace pensar que entonces no estoy tan desequilibrada.
Cuando inicias una “relación” sin ciertos compromisos, lo primero que te viene en mente es que evitarás a toda costa salir lastimado, y simplemente pasarán el tiempo que tengan destinado juntos y sin problemas.
Tú y yo rompimos todo estereotipo de lo que incluye ser amigos con derechos, y no está mal, supongo que cuando conoces a alguien que toda tu vida estuviste soñando y esperando pacientemente, simplemente te rebelas en contra de tus propios escudos.
Aquel día que dijiste “te amo” mi corazón se desprendió de mí y decidió abandonarme para, entonces, seguirte de manera consciente y honesta por los días que me queden.
Aquellas veces que me mirabas todo el tiempo, como queriendo decirme algo más pero sin hacerlo, sabía que era por ese corazón tuyo que te protege más que tú mismo, ¿por qué? Tal vez nunca lo sabré. Esa manera tan única en que conservas la mayoría de tus sentimientos es algo que otros encontrarían absurdo, pero yo lo veo especial.
La primera noche juntos y nuestro amanecer, todo lo que jamás sentimos o sentí, tiene un maravilloso sentido, igual que esas promesas que hiciste tan emocionado y que se quedaron sólo en mi mente, pero ¿sabes qué?, hay otras, como las que me diste en cada beso, en cada abrazo y en cada mirada, que siempre cumpliste, y para mí esa fue la manera en que supe que, por lo menos, siempre me vas a querer, aunque hayas dejado de amarme.
Las maravillosas memorias de nuestros días, de ese primer concierto y la manera en que me hiciste ver que Dios no es solamente alguien de intercambio equivalente; recuperaste mi fe que estaba encerrada en lo más lejano de mi alma hasta esa primer lágrima de tristeza, cuando tus secretos y tus miedos o tu no querer decir algo -que podría hacerte ver “ridículo”- llenan mi mente y me hacen decir que para mí, este amor tan sencillo pero enorme, nunca cambiará.
Entiendo que con tus viejos amores y aventuras hayas aprendido lo que quieres y lo que no quieres ahora, pero puedo ver ciertas cosas a través de esos ojos café claro que me recuerdan la razón por la que comencé a quererte hasta llegar a amarte. Deseas pensar por mí, pretendes saber lo que es correcto para mi corazón, pero por primera vez temo decirte que estás en un error; no tendré esos ojos claros, un cabello deslumbrante y de revista, un cuerpo de esos que ves en la tele y te derriten; no tengo las palabras para que comprendas que no soy esa persona de quien huyes, porque simple y sencillamente tienes la respuesta en ti, sabes a quien quisiste o quieres, ¿cierto?
Esta es la carta que quizá nunca leerías, porque para tu gusto, sería mejor que te lo dijera, aunque eso implicara hacerlo con los ojos de cristal que tanto te desesperan, pero ¡oye! No nos estamos haciendo más jóvenes, y el decirte esto ayuda a mis alas a llegar a tu corazón de alguna manera para que sepas y entiendas -de una vez por todas- que el amor, en mí o conmigo, no se elimina actuando frío y distante, se necesitaría poder viajar en el tiempo y que nunca me sonrieras, y como eso es imposible hasta ahora, sabes que ahí estaré, porque soy a la que conociste, a la misma y desequilibrada mujer que ahora es tu pesadilla.
A ustedes que viven y se despiertan siempre con una esperanza específica, jamás dejen de buscar y esperen pacientes, porque sí existe esa persona para cada uno, aunque a veces nosotros no seamos esos latidos inconstantes de la misma.
**
Si has encontrado un amor, tal vez luchar sea lo único en que piensas, pues conocer a alguien que realmente te interese no es común en estos días, pero a veces hay que saber que retirarse de la batalla podría resultar lo más sano para ambos.