Hay rasgos de una persona que nos enloquecen; su mirada, sus manos, la manera en la que se ríe…Sus pecas.
Pecas
Odio el misterios de sus ojos,
Esa incertidumbre de segundos efímeros;
La chispa en los hoyuelos de su sonrisa,
La palabra sutil que se derrite en la comisura de sus labios ajustados.
Piel blanca,
Dibujada por puntos inciertos
—Aquellos que un día vi y ahora dejaron de existir—
Sé el borde la ola
Cuando comienza a reventar.
Nunca dejes de mirar
Con la misma “cautela”
Por el rabo de esos ojos;
Casi rojizos,
Casi verdosos,
Casi brillantes.
Por último:
Define tus palabras sin que deba regresar las agujas del reloj.
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El amor también nos puede herir con sus versos más filosos como estos 4 poemas de una mente atormentada por un corazón envenenado de amor.