“Leer a David Foster Wallace es someterse a que te abran los párpados.
Algunos escritores se especializan en la experiencia lejana a casa:
Han hecho safaris, han viajado a través de Italia o han cubierto una guerra.
Wallace ofrecía su ser vivo cortando a través de nuestro acuario dormilón,
nuestra televisión común, tiendas y campañas políticas.
Los escritores que pueden hacer esto, como Salinger y Fitzgerald crean un vínculo irrompible con los lectores.
No te deslizaste en los libros buscando una historia o información,
sino una experiencia particular.
La sensación, por cierta cantidad de páginas, de ser David Foster Wallace.”
-David Lipsky
Pocos saben lo que pasó en las últimas horas de la vida de David Foster Wallace, considerado uno de los últimos grandes escritores del siglo XX y una de las figuras más importantes de la literatura contemporánea. El autor se colgó del techo de la cochera de su hogar poco después de escribir una nota que sólo leyó su esposa y de acomodar parte del manuscrito de su obra “El rey pálido”. Tenía 46 años.
Es sabido que fue víctima de una abrumadora depresión que pudo orillarlo al suicidio, pero detrás de eso existen razones mucho más grandes.
La entrevista que el periodista David Lipsky le hizo al icónico escritor más de 10 años antes de que decidiera partir de este plano reveló en una conversación honesta, las verdaderas dolencias que lo hicieron considerar que no tendría sentido continuar con su vida.
David Lipsky era un joven periodista que trabajaba para la revista Rolling Stone, quien después de leer “La broma infinita” –considerada la obra maestra de Foster Wallace– rogó para que le asignaran una entrevista con el autor y averiguar por qué todos lo llamaban un genio contemporáneo. Aunque la entrevista no fue publicada, Lipsky decidió lanzarla después del suicidio del autor bajo el nombre “Aunque por supuesto, te terminas convirtiendo en ti mismo”, que después fue adaptada en la cinta “The End of the Tour”, título que hace referencia a la gira en la que Lipsky siguió a Wallace mientras promocionaba su icónico trabajo.
La obra de Lipsky rompe todos los mitos que crecieron alrededor de Foster Wallace y nos muestra al humano vulnerable y complejo que –quizá por intervención divina– tenía la habilidad de construir trabajos que cambiarían nuestra perspectiva para siempre.
“Pensamos mil cosas a la vez y David encontró la manera de trasladarlo de una forma que es increíblemente cierta e increíblemente entretenida al mismo tiempo. Encontró esa unión… Él fue la única voz en la que confié absolutamente para entender al mundo que estaba fuera de mí. Cualquiera que recoja su trabajo por los próximos 50 años tendrá su antena pulida y afilada y estarán recibiendo mucho más canales de los que han estado conscientes”
-David Lipsky.
Tanto el libro como la cinta narran el encuentro de ambos escritores. Lipsky era un joven idealista mientras que Foster Wallace veía su vida como un elemento simple y quería mantenerlo de esa forma. No se consideraba un genio, pero entre sus palabras se escapaba cierta condescendencia. En el intercambio, el autor asegura no querer ser famoso ni ser percibido de una forma con la que él no se sintiera cómoda; era una especie de Kurt Cobain de la literatura y también era el representante de la generación X sin desear serlo.
Por su parte, Lipsky quería quitarle a Wallace una máscara ficticia. Creía que nadie podía ser tan simple y escribir una obra del calibre de “La obra infinita”. Deja de lado la entrevista y comienza a hablar como autor. “¿Por qué no querría ser famoso?”
Leer la entrevista o ver la versión cinematográfica no sólo revela ciertas contradicciones de Foster Wallace (explotadas de forma magnánima por la actuación de Jason Segel en la cinta) sino que afirma diferentes teorías sobre el autor que crecieron a lo largo de los años.
“Creo que ser tímido básicamente significa que alguien es tan absorto al nivel que se le dificulta estar alrededor de las personas”
-Foster Wallace
Aunque en todo momento, tanto el libro como la cinta mantienen respeto hacia Foster Wallace, aciertan mostrarlo como realmente era. Un hombre inseguro, celoso con tendencias obsesivas. A lo largo de la entrevista, que termina siendo una conversación natural, los escritores desarrollan una tensión inevitable: los celos del talento aumentan e incluso crean rivalidad por un par de mujeres, revelando la vulnerabilidad de Wallace y el deseo de poder de Lipsky.
La relación profesional se transforma en amistad, rivalidad y finalmente en un trato de mentor-aprendiz. Wallace trata de decirle a Lipsky que no sirve de nada ser un autor reconocido, ni ser un genio con las letras cuando en el fondo te sientes podrido, como si fueras parte de un mundo con el que no puedes conectar completamente.
“Hay un elemento en el libro sobre qué pasa cuando alguien salta de un edificio incendiándose. No es que ya no tengan miedo de caer, sino que la alternativa es demasiado terrible. Y es entonces cuando te invitan a considerar qué hecho sería tan horrible que saltar a tu propia muerte sería un buen escape de ello. No sé si has tenido una experiencia con este tipo de cosas, pero es peor que cualquier tipo de herida física. Puede ser lo que en los viejos días era conocido como una crisis espiritual: sentirte como si cada axioma de tu vida resultara ser falso… y que no hay realmente nada. Y que tú eres nada. Y que todo es una ilusión y que eres mucho mejor que todos porque ahora puedes ver esa ilusión y eres mucho peor porque no puedes funcionar. Es realmente horrible”
-Foster Wallace
Si tomamos en cuenta otras declaraciones sobre cómo era Foster Wallace, no obtendremos otra respuesta más que “era un hombre confundido”. Ese desconcierto estimuló su depresión y lo llevaba a comportarse de forma peligrosa –involucrándose con sus estudiantes y acosando diferentes mujeres–. El autor no se suicidó por ser famoso, ni por ser una gran mente cuyo publico siempre esperaría más, sino porque era un individuo que se sentía perdido y no iba a encontrar una felicidad como la que imaginó. El intercambio con Lipsky toma un sentido más claro una vez que pensamos en eso. El periodista lo percibía como deshonesto y en parte tenía razón, Wallace buscaba encajar, pero sabía que no podía, así que intentó explicarle al joven lo que pasaba por su mente. El resultado lo vemos en la publicación literaria y en “The End of the Tour”.
“Él quiere algo mejor de lo que tiene y yo quiero precisamente lo que él posee”, es la frase más dolorosa que podemos leer de Lipsky, especialmente cuando su perspectiva cambia. Finalmente lo deja de ver como el hombre que escribió “La broma infinita” –el próximo líder de la generación X– y lo percibe como el ser humano que es. Débil, frágil, expuesto, pero a la vez tan dulce a la mirada como una estrella a punto de desaparecer. La relación de ambos se desvanece al final seguida de una simple promesa. El intercambio no se publicó y los años pasaron, hasta que en 2008 la luz de Wallace se fue.
“Cuando pienso en este viaje. Veo a David y a mí en el asiento de enfrente de su auto. Los dos somos muy jóvenes. Él quiere algo mejor de lo que tiene yo quiero precisamente lo que él posee. Ninguno de los dos sabe hacia donde se dirigirán nuestras vidas.
Huele a tabaco para masticar, soda y humo. Y la conversación es la mejor que tuve en mi vida.
David pensaba que los libros existían para detener la soledad.
Si pudiera, le diría a David que vivir los días con él me recordaban lo que era la vida, en lugar de ser un escape de ella.
Y le diría que me hizo sentir mucho menos solitario”.
-David Lipsky
Los dos hombres llamados David compartieron algunos días juntos y al ser escritores se enfrentaron a una conversación que posiblemente cambiaría la vida de ambos en distintos niveles. El trabajo de Lipsky no fue lanzado para aprovecharse de la fama de Wallace, sino para ayudarlo y evitar que las personas lo recordaran de la forma incorrecta. Gracias a la entrevista podemos ver al verdadero humano, su sufrimiento y el genio que cambió la literatura para siempre. Pues no era un individuo especial, con un habla distinta, tratos característicos o un cerebro más grande. Sólo era él y eso es todo lo que necesitamos.