¿Cuál es la solución a la vida, a los días, cuando se pierde al verdadero amor?
Rodrigo Palau intenta comprenderlo a través de la poesía.
Al parecer la duda siempre se quedará conmigo, la envidia me hará perder el sueño y el deseo me provocará las ansias de muerte.
La solución no es tenerte, ni volver a besarte. Mi cabeza ha hecho esto una estúpida dependencia, una necesidad inservible, una locura incurable.
Ando por ahí, impresionándome con nada (y eso que paso a un lado de una mujer que grita “Tengo el vello del pubis más grande el mundo”) no soy nada y no espero ser algo más.
El tiempo pasa y no me importa, cerré los ojos a los dieciocho (cuando te conocí) y hoy los abro, me entero que tengo veintidós y que fui a tu boda.
Solo tengo dos recuerdos en mi cabeza: tú en el parque sujetando la mano de mi padre y el de mi madre tirada en su cuarto alrededor de pastillas de diferentes colores.
Camino por una senda que no sé a dónde me lleva ¿o sí?
La solución no es tenerte, recuperarte, besarte. Mi cabeza ha hecho una estúpida dependencia, una necesidad inservible, una locura incurable.
Me detengo en un precipicio, muchos se darían la vuelta porque no pueden seguir, pero en este caso, el mío sigue. Cierro los ojos, tomo vuelo y salto.
Se supone que no los abriría, pero lo hice. Tengo dos patas con tres garras, un par de alas, un cuerpo lleno de plumas, un pico y una visión impresionante. Vuelo, pero no sé a dónde voy.
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Las fotografías que acompañan este poema en portada y texto pertenecen a Angie López, puedes conocer más de su trabajo aquí.
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