Escribo
para que el agua envenenada
pueda beberse.
Chantal Maillard
No existe una edad específica en la que por primera vez experimentamos ese miedo que nos paraliza, que nos cambia y que nos hace ver la vida desde otra perspectiva. Para algunos sucede en la infancia, al temerle a la oscuridad y las pesadillas recurrentes; o en la adolescencia, cuando nos han roto por primera vez el corazón; o quizá en la adultez, cuando hemos experimentado el dolor de perder a un ser querido. Por ejemplo, en mi caso, fue la primera vez que sentí que mis pulmones se cerraban, mis uñas se tornaban de un color púrpura y comenzaba a respirar con dificultad, tanto que pensé que en cualquier momento mi corazón explotaría, un ardor se apoderaba de mi pecho y sólo apretaba los puños como si con esta acción pudiera volver a inhalar aire sin impedimento; por desgracia, no fue así, tuvieron que llevarme a urgencias, inyectarme cortisona y proporcionarme oxígeno: había tenido mi primer ataque de asma.
Desde entonces supe que nada sería igual. Todos los asmáticos conocemos la cara de la muerte: después del salbutamol, la taquicardia, después del oxígeno la calma. Todos los asmáticos conocemos la luz al final del pasillo: una inyección para abrir el canal, una inyección para reanimar los pulmones, una inyección para sortear la muerte. Todos los asmáticos conocemos el ritual de supervivencia: primero el pánico, luego el inhalador: uno, dos, tres disparos, ir a urgencias y esperar a que te atienda el doctor del hospital público, verte las uñas y compararlas con el azul sucio del piso, esperar a que el doctor te vea la cara morada y decida que sí, que es una urgencia: inhalar, exhalar, inhalar.
Algo similar le sucedió a la ilustradora colombiana Amalia Andrade, autora del libro Cosas que piensas cuando te muerdes las uñas, editado por Planeta, en él se aborda el miedo: nos explica de manera singular su funcionamiento, cómo se adueña de nosotros y nos persigue desde la infancia. Pero no todo es tan malo, a través de sus páginas hallarás cómo hacer del miedo y la ansiedad tu mejor amigo y cómo convertir tus temores en poderes.
Con el estilo desenfadado que la caracterizó para abordar el desamor en Uno siempre cambia al amor de su vida [por otro amor o por otra vida] (Planeta en 2016), Amalia Andrade vuelve a la carga con otra de sus múltiples inquietudes: el miedo. En Cosas que piensas cuando te muerdes las uñas encontrarás que todos sentimos miedo sin importar de dónde somos, cuántos años tenemos o si nos gusta o no el chocolate. Por ejemplo, la autora casi muere de ansiedad —que es miedo en su máxima potencia— y sobrevivió. Y no sólo eso, aprendió una máxima de vida: lo que te hunde, te salva.
Quizás antes temíamos a los monstruos debajo de la cama, la diferencia es que hoy podemos dejar de ver el miedo como una amenaza o una pequeña tragedia que llevamos de la mano y comenzar a celebrarlo como un poderoso acto de creatividad y sanación.
@bookswithoutletters
Fragmento del libro Cosas que piensas cuando te muerdes las uñas (Planeta), © 2017, Amalia Andrade Arango. Cortesía otorgada bajo el permiso de Grupo Planeta México.
**
Conoce a las escritoras que se imaginaron un mundo en el que los hombres le tienen miedo a las mujeres.