En octubre de este año, James Franco estrenó uno de sus más ambiciosos proyectos. The Sound and the Fury tuvo su adaptación cinematográfica en manos del “enfant terrible” de Hollywood y como muchos lo esperaban, el resultado fue agridulce. Claro, Franco es uno de los nombres más respetados en su industria, con doctorados y un amplio conocimiento del arte en general nadie cuestiona su genio en crecimiento, pero esta vez compitió contra un gigante del siglo XX y parece que perdió.
Adaptar una novela al cine se ha convertido en algo tan común que muchas veces los escritores piensan su historia para que funcione tanto en papel como en pantalla. A pesar de eso hay ciertas novelas que han demostrado ser inadaptables. Textos que tienen una narrativa o una estructura imposible de seguir en el plano de imagen-sonido que el cine representa. Un ejemplo son las novelas modernistas de la literatura inglesa. Joyce, Woolf, Beckett; grandes novelas con sus firmas, pero poco se puede decir acerca de lo que se ha hecho con sus adaptaciones al cine. A continuación te presentamos algunas de las obras que sabemos que no pueden llegar al cine y también algunas que ya lo han hecho, pero que han fallado espectacularmente.
100 años de soledad (1967), Gabriel García Márquez
La relación entre García Márquez y el cine es bastante turbulenta. Así lo dijo Arturo Ripstein: “El realismo mágico de García Márquez es infilmable”, y así parece ser. A pesar de que Gabo participó durante años en la industria del cine latinoamericano, sus novelas han tenido adaptaciones bastante pobres si las comparamos con los escritos de Márquez, y siendo 100 años de soledad su magna obra, es imposible no pensar que sería de ella en la pantalla grande.
Tal vez, con un presupuesto digno de HBO o Netflix, una serie sería lo mejor, pero aun así, seguir la historia de la estirpe de los Buendía, hacer espectacular el sutil realismo mágico que a veces aparece en la novela y encontrar la forma de hacer la adaptación tan poética como en realidad lo es, parece un trabajo imposible.
Infinite Jest (1996), David Foster Wallace
Con más de mil hojas de extensión, 300 notas al pie de página e incluso notas sobre las notas, parece que Wallace escribió Infinite Jest para ser el dolor de todos los guionistas. Poco se ha intentado hacer con una de las obras clave del posmodernismo estadounidense, pero Michael Schur, mejor conocido como Mose en The Office es uno de los más grandes fans de la novela y consiguió los derechos de ésta para intentar llevarla a la pantalla grande. Hasta ahora solamente ha incluido referencias en un episodio de la serie Parks and Recreations y también ha dirigido un video de The Decemberists con un mayor apego a la novela, pero llevarla al cine es algo que aún no se atreve a hacer.
Blood Meridian or the Evening Redness in the West (1985), Cormac McCarthy

The Sound and the Fury (1929), William Faulkner
Hablando de James Franco, debemos admitir que el hombre tiene coraje al enfrentarse a los titanes de la narrativa de su país, pero conjugar el pensamiento de más de 10 personajes principales, algunos de ellos con problemas mentales o con un nivel educativo inexistente, es bastante complicado.
https://www.youtube.com/watch?v=Qs6rYmlP2oM
Catcher in the Rye (1951), J. D. Salinger
En la novela es genial pensar en un chico de 15 años fumando un cigarrillo (1951 era una época más permisiva) y filosofando acerca de la hipocresía de la vida, en la pantalla grande puede que se convierta en dos horas bastante aburridas en las que nada pasa en realidad. La obra de Salinger es uno de los mejores libros que cualquier adolescente puede leer, pero a diferencia de las nuevas novelas para jóvenes adultos como The fault in our stars o Eleanor & Park que pueden ser adaptadas con extrema facilidad, la obra de Salinger es algo mucho más introspectivo que sirve para analizar nuestra forma de vida y pensamiento, no para asombrarnos con toda la acción que sucede. On the road (1957), Jack Kerouac
El libro de Kerouac es perfecto para adaptarlo cinematográficamente si lo pensamos estéticamente. Las road movies siempre son buenas gracias a la fotografía, y regresar a los años 40 en Estados Unidos es imaginar carreteras, atardeceres y Cadillacs clásicos. El problema es que aunque los personajes de Kerouac viven viajando y conociendo ciudades hermosas como Nueva York, San Francisco o la Ciudad de México, la esencia del libro radica en la prosa del escritor, en los pensamientos y anotaciones que dejó en el libro y que son difíciles de llevar a la pantalla grande. En 2012 tuvo una adaptación que buscaba hacerle justicia al libro, pero ni siquiera el director de Diarios de Motocicleta pudo hacerle justicia al texto de Kerouac y la historia se centró más en la relación entre los tres personajes principales y las escenas topless de Kirsten Stewart.
Ulysses (1922), James Joyce



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Fuente: Vice