El poema de Andrea Monroy nos lleva a recorrer un camino donde lo único que importa es uno mismo:
Llegar a la cima de la montaña
con una sonrisa y sin preocupaciones
fuera hilos colgando
la piel de porcelana y el alma completa
un corazón fuerte
la memoria estable y el recuerdo intacto
caminar y vivir
no vivir corriendo
lograr cada meta
degustar a mordidas y sorbos
juntar historias y después revivirlas
encontrarse al amor
saltar en la lluvia sin mojarse
observar el verde del verano
el rojo del otoño
y el azul del invierno
así ir cubriendo con azúcar
y llegar por fin a la piel arrugada
los años encima
y la experiencia escrita en la frente
sin más llenar de orgullo cada poro
por alcanzar la cima.
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Muchas veces las coincidencias no tienen explicación, sobre todo si estas se tratan de amor ya que funcionan al igual que el mecanismo de los engranajes. Y cuando la vida nos dice que es momento de quedarnos en un sito o con alguien hay que disfrutarlo… antes de que todo termine.
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Las fotografías que acompañan al texto pertenecen a Alessio Albi.