Cuento de terror para quienes han visto a la muerte acercarse

Cuento de terror para quienes han visto a la muerte acercarse

Cuento de terror para quienes han visto a la muerte acercarse

“Lo vi acercarse”, cuento de terror de Bryan Longo, explora un misterio entre la tensión y la mirada de un protagonista muy peculiar.

LO VI ACERCARSE

Lo vi acercarse, lo vi caminar lento sobre la tierra húmeda; las suelas de sus botas negras cubiertas por el adherente lodo seco resonaban entre los cuerpos esqueléticos de mis compañeros, lograba ver el color azafranado de sus ojos cuando miraba sobre mi cabeza, sus labios esbozaban una sonrisa de prosperidad emocional mientras caminaba. El hombre con cabello blanco se detuvo bajo mi sombra, resopló desde adentro y dejó escapar su aliento entre las huesudas ramas que escondían el raso firmamento anaranjado.

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De su chaqueta amarilla sacó una pequeña pala oxidada, la apretó con fuerza en su puño y rápidamente se puso de rodillas para escarbar entre la tierra, como un cuchillo la pequeña pala atravesó la superficie húmeda, como una palanquilla comenzó a lanzar hacia arriba diminutos puñados de tierra y logró hacer el agujero donde esparció las semillas. Se incorporó cuando el cielo ya era negro y el brillo de la luna se habría camino entre las ramas, sus rodillas enlodadas, sus pantalones azules eran café.

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Tormentoso, gris, frío y caliginoso fue. Lo vi acercarse, lo vi correr muy rápido sobre la tierra infértil, sus pies descalzos teñidos de carmesí, el lodo reseco y salpicado sobre su cara, su camisa revolcada, su mirada amedrentada y sin color. Sin intención mía se tropezó con mis raíces. Vi acercarse al segundo, vi como corría pesadamente sobre la hierba, vi como rompía con el filo de su espada las huesudas ramas de mis viejos compañeros, vi cómo se lanzó sobre el hombre caído, la punta de su espada brilló cuando la levantó sobre su cabeza con los dos brazos extendidos y aún vi el brillo de su espada cuando la clavo sobre la espalda del hombre caído, se incorporó sosteniéndose del mango de su espada aún clavada en el cuerpo de su compañero. El cabello largo cubría el cielo y las estrellas lúgubres sus ojos, sacó una cuerda larga y gruesa de la bolsa de su chaqueta negra, lanzó la punta de la cuerda sobre el brazo extendido de mi nuevo y quincuagenario compañero. Soltó su último aliento mientras arañaba su cuello y lo dejó escapar entre las huesudas ramas que escondían al cielo el horrible fratricidio de aquel lastimoso suicida.

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Árido y funesto lo vi, tocón a cada diez metros. Lo vi acercarse, lo vi caminar muy lento sobre la tierra seca y agrietada; las suelas de sus botas negras y polvorientas crujían con las piedrecillas, logré ver el color pajizo de sus ojos cuando se hacía sombra con las manos sobre sus cejas, sus labios resecos delataban la sed que padecía. El hombre de cabello negro, largo y reseco se detuvo a mi derecha y entrecerró los ojos para poder alinearse en mi delgada sombra, intentó resoplar, y pude sentir su aliento acalorado sobre mi astillada y gris piel. Era infructuoso, el hombre levantó el hacha que llevaba sobre el hombro, extendió los brazos hacia atrás y los movió con agilidad y avidez hacia mí.

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Lo vi acercarse, lo vi caminar lento. Su mano fría sobre mi piel brillosa y negra, vi cómo colocó una transparente botella sobre mi cuerpo, logré ver el color negro de sus ojos cuando sollozaba, sus labios eran una línea recta. El hombre de sombrero gris sacó de su maleta de cuero café, una libreta y la colocó sobre mi cuerpo. Del bolsillo de su chaqueta sacó un lápiz y escribió “Lo vi” y sus labios esbozaron una sonrisa.

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El texto anterior fue escrito por Bryan Longo.

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Algunos grandes poetas mexicanos han escrito sobre la muerte. Si te interesa conocer sus obras, te recomendamos leer a Jaime Sabines y al joven escritor Gerardo Arana.

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