Hoy al verla
Bella, eternamente gloriosa,
Sentí nuevamente mi corazón latir,
Cabalgando veloz…
Pero,
Mi mente oprimía mis latidos,
Los asfixiaba,
Sus esfuerzos tenían como fin
La sequía de mis emociones,
La marchitez de mis cosquillas.
Ella, mi “razón”, me decía que era todo
Estrella fugaz,
Rayo,
Un segundo…
Que lo mejor era irme a otros labios,
A otra piel de miel,
A otro jardín…