Suelta tu cabellera,
vuelen los quetzales,
fluya la risa
hacia playas desconocidas.
Nudosas raíces
bajo la tierra acechan,
no fractures la esencia
de tu piel eléctrica.
Rompe el freno,
hacia el páramo galopa:
que tu cuerpo desbocado
se encabrite.
Arrasa la muralla,
esparce las sombras;
que bulla tu sangre
hasta incendiar el mar.
Si eres una mujer que disfruta de su ser y libertad, te invitamos a leer Ella es de esas mujeres combativas