Siempre fue difícil para mí aceptarlo,
aceptar en lo que te estás convirtiendo
y cada una de tus evoluciones.
Ahora, desde esta orilla, puedo decir,
que aunque en algún momento reuní
todas las características para decir “te amo”,
me equivoqué en estar a tu lado.
Odio profundamente el mundo en el que vivo
y eso es gracias a ti,
despierto y duermo con tanto rencor
que no logro envasarlo dentro de mi cuerpo.
Por eso descargo en ti un porcentaje,
sólo el que creas pertinente.
No me digas que lo mereces todo,
y tampoco que mereces nada,
no mientas.
No sigas diciendo mentiras.
¿para qué?
Para decir que me amabas.
Ya no digas eso.
Eso no es amor.
Lo tuyo, tu problema,
es que necesitas que alguien te pertenezca
y al mismo tiempo sentirte pertenecida.
Mi gran decepción es que para ti “todo” no es suficiente.
Aun a mi lado buscabas la mirada de otros ojos
y el entendimiento de otra cabeza.
Afirmo, con pruebas impalpables,
que también buscaste labios sin el sabor a tabaco,
pues ahora los míos lo tienen.
Lo peor y grave de tu vida,
es que a lado de otros seguirás haciéndolo.
Por egoísta.
Porque te la pasas pidiendo amor.
Porque no respetas al amor.
Porque tú no sabes qué es el amor.