La soledad puede ser el camino más directo a la locura. Estar solos con nuestros pensamientos nos puede llevar a un mundo en el que es difícil distinguir lo que es real y lo que no. Las fantasías de lo que podría ser nuestra vida, de lo que es, de lo que anhelamos, se desdibujan y se desbordan hasta ahogarnos en un sueño del que a veces es difícil despertar. Quizá todos estamos a la espera de algo que nunca llegará, y nuestro destino es acompañarnos durante esa espera, rodearnos de personajes misteriosos y pasajeros. En una especie de soledad compartida, pasamos el rato con personas a quienes nunca llegamos a conocer por completo, pero que nos hacen conocernos mejor a nosotros mismos. ¿Será eso el amor? A continuación, te compartimos “Nocturno”, poema sobre el amor, el desamor y los sueños.
NOCTURNO
No sé si son manos que hablan tras los espejismos
o hablan los espejismos,
tal vez tratando de hurtarme la cordura
no saben que ya la perdí,
cuando me abrigo frente a mi ventana
y veo caminar la noche con las ideas perdidas,
con el canto de los pájaros negros que deambulan
sin que esté al corriente de sus propósitos,
sin encontrar un relato convincente
entonces
ahora sé que me faltan manos que acaricien,
labios que besen sin que lo pida,
susurros que bailen desnudos
y la música sea desconocida y estridente
para evadirme,
para ahuyentar los fantasmas que me acosan,
para mantenerme alerta y en defensa habitual,
cierro los postigos
y nadie sale de mi cuarto, puro bullicio,
hasta que la luz de madrugada me acaricie la frente.
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El texto anterior fue escrito por Óscar Vicente Conde.
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