Hay personas que no sólo marcan nuestra historia, también nuestro destino…
Algún día nos volveremos a encontrar, no sé cuándo, cómo, ni el día, ni la hora, pero lo haremos, estaremos ahí parados, chocando nuestros hombros en nuestra tienda favorita, ahí dónde íbamos los domingos en la tarde; en el cine o en un café, ese en el que festejamos lo que tú ya sabes.
Iremos a nuestro lugar, porque los lugares los hacemos nuestros: un día eran de lo más gris y los coloreamos juntos, ahí sentados, riendo y besándonos como si nos hubiesen dicho que al mundo le quedaban horas; caminando nos apropiamos de las calles de ese pueblo que se volvió mágico porque lo pisamos juntos, y el amor, el amor fue amor. Recuerda ese lugar en el que vivimos la más intensa de las noches y de tu boca no paraban de salir te amos.
Nos vivimos tanto, prometimos tanto, juramos tanto; hablamos tanto que hoy, cuando me hablan de ti, me quedo mudo. La parte de mi cerebro que te guarda la he apagado, de repente despierta, me bloquea, me lleva a pensar en lo que niego, porque me percato de la diferencia entre el somos y el fuimos.
Ese día desapareciste, después de tanto desapareciste. Han pasado años y no hemos vibrado juntos. ¿Ya pensaste qué me dirás cuando nos volvamos a encontrar? Porque lo haremos; nuestras almas, a pesar de la distancia, aún llevan ese transparente hilo que las une, el cual nos llevará a estar de frente un día, y nuestros rostros atónitos se quedarán, nuestras miradas se agacharán, el corazón explotará, porque en ese momento no importará el pasado, lo que dijiste y lo que dije.
Ahí, justo ahí, las almas se conectarán y se besarán, se darán un beso apasionado, un abrazo que sabrá a recuerdo y a falsas promesas. Saldrán de nuestros cuerpos, blancas y puras almas, se tomarán de las manos, se mirarán y se fusionarán, serán una.
Suspirarán. Nuestros cuerpos estarán paralizados, los pies chuecos, las piernas inconscientes de su propio movimiento, un par de manos sudorosas, un corazón con taquicardia, ojos locos, lengua quieta y un bloqueo cerebral. ¿Nos diremos hola?, ¿te odio?, ¿te amo?, ¿cómo estás?, ¿quién eres?
¿Sabes qué? Mejor no digas nada, te lo diré con la mirada, deja que ese abrazo de las almas hable, puede decirte más.
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Así como la poesía sana, también nos puede herir con sus versos más filosos para recordarnos que la vida también consiste en dolerse, como estos 4 poemas de una mente atormentada por un corazón envenenado de amor.