“Así, la sola existencia de la muerte nos aliena íntegros, en nuestra propia vida, a favor del otro” – Sartre, El ser y la nada.
Pareciera que todos los días suelen ser “iguales”. Se cruza camino con personas desconocidas, los rostros parecen ajenos, los rasgos quizá no. El punto es que no se concilia porque tan desperdiciado está el límite existencial, que es mejor dejar de lado cualquier articulación de lenguaje corporal o visual. En un instante se tienen cientos de miradas congeladas en la memoria, terreno que, según lo que se cree, nadie más puede pisar. Cuando se estructura tal pensamiento surgen cuestionamientos: ¿nosotros?, ¿el otro?, Jean Paul Sartre lo resume como la “condición de ser el otro”, es decir, el otro como el otro yo.
La teoría de la Otredad
¿Qué es la otredad? Se entiende como la parte integral de la comprensión de una persona (un todo), ya que es el individuo mismo el que asume un rol en relación con el “otro” como parte de un proceso de reacción.
La Antropología social y cultural, considerada como disciplina científica a mediados del siglo XIX, se orientó a explicar la presencia de la alteridad social y cultural; postuló el estudio del “nosotros” y el “otro”, que no es sino el reflejo del yo en el otro, es decir, la importancia que tiene la existencia ajena para lograr la articulación de la propia. En un sentido filosófico más profundo: la libertad.
Jean Paul Sartre tematiza la comprensión de la existencia vista desde la mirada del otro. La mirada como centro de reflexiones para descubrir en ella la presencia del prójimo. Hecho tan cotidiano e invisible que suele ser significativo.
La mirada establece una relación de empatía, simpatía, rechazo, aborrecimiento o el discreto encanto de una relación humana amorosa. Cuando una persona dice: “Me ha mirado y desnudado”, está señalando la forma de la otredad establecida por quien le miró.
Sartre ejemplifica la teoría de la otredad con la vergüenza ante alguien. El acto de “avergonzarme” se refiere a mí ser; lo que no se aterriza es que en ese momento tengo vergüenza de mí tal como yo parezco el otro. El otro, por tanto, se me muestra como un mediador entre mí y yo mismo.
La frase “tengo vergüenza ajena”, es una expresión que denota la otredad en acontecimientos diarios.
Es así como de manera involuntaria vivimos a diario la experiencia de la otredad. Basta el hecho de mirar a otra persona para poderse ver reflejado en ella. Pensamiento que establece lo diverso y lo afín que suele ser el humano, pese a compartir un espacio físico- social.