“Si todo lo que se espera de ti es que seas una muñeca, quítate el disfraz”.
¿En qué momento el amor nos ciega hasta el punto de creernos las mentiras que nos han dicho o las que nos hemos inventado para guardar un secreto, o que justificamos el hecho de que nuestra pareja nos haya violentado, o que tengamos tanto miedo de mostrarnos como en realidad somos para no ser juzgadas por quien se supone nos ama? Existe una delgada línea, y a la vez errónea, entre lo que es el amor, lo que creemos que debería ser y lo que la sociedad nos dice que es; sin embargo, el amor deja de serlo cuando perdemos nuestra individualidad, amor propio y libertad.
La Historia está hecha por hombres, pues en los libros los nombres de las mujeres que contribuyeron a formarla han sido disminuidos o borrados de la misma. También la idea del amor romántico está construida por el patriarcado. Se nos ha enseñado que lo único que podrá culminar nuestra felicidad y realización en la vida es cuando nos casemos y formemos una familia; de la misma manera que lo hicieron nuestros padres y abuelos. Se nos enseña que las mujeres son las encargadas de mantener a la familia unida, de educar a los hijos, de realizar las labores domésticas y de poner en segundo lugar nuestras aspiraciones y deseos. Se nos ha enseñado que los hombres son los proveedores de la casa, que son los encargados de llevar el dinero y que por ello habría que obedecer sus reglas impuestas y deseos.
Pero que una mujer quiera formar una familia en algún punto de su vida no es algo malo. El problema surge cuando muchas no están seguras de ello y les da miedo expresarlo; o quienes han decidido no quererlo son cuestionadas y juzgadas hasta el hartazgo.
Fue en 1879 cuando el escritor noruego Henrik Ibsen plasmó la condición humana, en especial la femenina, en una obra que desafió a la sociedad y las reglas de su tiempo, hoy se le considera como la “gran obra del feminismo” y después de 138 años de su estreno, la reflexión y la problemática que se evidencia sigue vigente: Casa de muñecas, uno de los textos clásicos más importantes del teatro universal. Esta historia se ha traducido y representado en casi todos los idiomas del mundo, es una obra icónica que ha marcado a generaciones enteras de mujeres que han luchado por la equidad. Por eso, resulta sorprendente constatar su vigencia en pleno siglo XXI, cuando aparentemente la lucha por la dignidad y la libertad de las mujeres gana más terreno.
Nora, la protagonista de Casa de muñecas, ha sido todo lo que se espera de ella: buena hija, esposa encantadora y complaciente con Torvaldo, así como una madre amorosa de tres hijos. Torvaldo la protege y consiente como a una niña pequeña y caprichosa incapaz de valerse por sí misma. Encuentra placentero darle dinero y elegir por todo, hasta sus atuendos. Es incapaz de ver a Nora como una persona adulta. Ella, por su parte, juega el papel de muñeca-esposa: bella, juguetona y un tanto boba. Encerrada en su casa con sus hijos cumple sus deberes de esposa y madre, pero, ¿y sus deberes con ella misma?
Nora se dispone a celebrar la Navidad con alegría ante el reciente nombramiento de su esposo Torvaldo como director del banco. Pero ella guarda un secreto que amenaza con salir a la luz, poner en riesgo la carrera y reputación de su marido y acarrear la desgracia para su familia.
La violencia cotidiana y normalizada en la relación entre Nora y Torvaldo podría pasar desapercibida: no hay golpes, sino
caricias. No hay gritos, sino apodos cariñosos. Es una radiografía de cómo están constituidas las sociedades y las relaciones de matrimonio en una clase media que quiere sobresalir y pelea por su supuesto bienestar.
El temor al rechazo, la falta de autoestima y la normalización de la violencia hacen de Casa de muñecas un texto imprescindible para entender la condición de miles de mujeres que aún sufren abusos en las relaciones de pareja, también es un llamado de atención a reflexionar sobre los hábitos generacionales que todavía conservamos y no deberían tener cabida en el siglo XXI.
La Secretaría de Cultura, a través del Centro Cultural Helénico, Teatro en fuga AC y Hogares Unión, presentan esta obra, dirigida por el destacado creador escénico Mauricio Jiménez, con un elenco de primer orden: Moisés Arizmendi, Andrea Salmerón, Erando González, Olga González y Francisco Mena, con la escenografía e iluminación de Gabriel Pascal y el vestuario de Teresa Alvarado. Casa de muñecas se presentará en el Teatro Helénico hasta 17 de diciembre y del 5 de enero al 4 de febrero: los viernes a las 20:30 horas, sábados a las 17:00 y 20:00 horas y domingos a las 18:00 horas.
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Costos: $400, $350 y $250, las localidades se pueden adquirir en el sistema Ticketmaster y en la taquilla del Centro Cultural Helénico, ubicado en avenida Revolución 1500, colonia Guadalupe Inn, delegación Álvaro Obregón, en la CDMX.
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