No hay letras profundas, ni melodías perfectas; nunca supe llegar a ti, no logré rozar tu corazón en medio latido.
En tu pensamiento jamás aparecí aunque busqué cualquier pretexto para estar cerca de ti.
A conciencia sé que nunca he sido la pieza que complementa tu juego, que somos dos galaxias que al encontrarse se alejaron para no crear estrellas y deslumbrar al amor.
Que el amor eterno y profundo sí existe cuando te toca ser el sol radiante y alejado de ti, cuando la sombra de otro helecho es la que te cobija.
Que del otro lado donde estoy no te tocará ver la capa caída, ni a la lágrima confundirse con la lluvia, ni a las ranuras frías de mi corazón con la soledad de esta habitación.
No hay puntos suspensivos en esta oración, para nosotros no hay después, ni un futuro que es presente, no seré lo que hoy no es.
Sólo soy el amor puro, el sueño infinito, las letras de esta tinta, el pensamiento constante, la mirada iluminada de quien nunca podrás sentir.
Los corazones rotos se curan, simplemente hace falta un poco de tiempo, de un Último abrazo y de ocupar la mente en depurar de manera ficticia ese dolor, por eso te recomendamos 8 libros que sólo entenderás después de haberte enamorado.
**
Las fotografías que ilustran este poema pertenecen al artista Oprisco, conoce más de su trabajo aquí.