Alejandro González Castillo, periodista musical, músico, editor y autor de: Manual de Carroña (Producciones el Salario del Miedo, 2020), es actualmente, uno de los referentes inmediatos del periodismo musical en nuestro país, especialmente en la Ciudad México, lugar que habita ferviente y rabiosamente, y que ha servido como principal escenario, para muchos de los episodios dados a conocer en su debut literario, el cual, se lanzó poco antes de la explosión de la pandemia a nivel mundial.
A dos años de distancia, González Castillo, reflexiona sobre la salida del libro y el impacto que ha generado de forma personal y hasta mediática, superando cualquier expectativa generada por él mismo. Les comparto la charla.
A dos años de distancia ¿Con qué perspectiva miras el Manual carroña?
Hace unos meses hubo una presentación del libro. A estas alturas ya no esperaba que hubiera algo así, pero ocurrió. Y quizá es la que más me ha gustado de todas las presentaciones del libro que he vivido. Más allá de que vendí como diez ejemplares (inaudito para mí), una chica leyó algunos pasajes de la obra ante el micrófono y sorprendentemente me gustó la experiencia. La lectora se detenía de pronto para hacerme preguntas y yo le decía, no, mejor sigue leyendo, quiero saber qué pasó después. Eso me hizo pensar que Manual de carroña cuenta con buenos cimientos, que detona situaciones, que muchos desenlaces son posibles en cada una de sus crónicas. Y todo eso es bueno, creo. En esa ocasión terminé platicando con alguien sobre su experiencia inhalando solventes y sí, ¡me compró un libro!
A pesar de que su lanzamiento coincidió con el inicio de la pandemia, ¿te sientes satisfecho con lo obtenido con el libro?
Sí, mucho. Al comienzo, ya sabes, tenía altas expectativas. Pero desde la presentación oficial del libro la realidad fue ruda. Imaginaba mi debut en un foro abarrotado de gente; la verdad es que varios de mis mejores amigos ni siquiera asistieron. El encontronazo me puso en mi lugar. Desde entonces he entablado charlas con muchas personas gracias al libro, encuentros que me revelan cosas todo el tiempo; de mí y de quienes se han acercado para hablar de mis historias. Ha sido un gran mediador, me ha presentado gente interesante. Manual de carroña salió bajo las circunstancias que se merecía, sin más. Es obra de un perdedor, finalmente, ¿por qué habría de emerger en un contexto afortunado?
Me atrevo a decir que el libro es por partes iguales un anecdotario y un manifiesto para el periodismo musical en México, el cual podría incluso utilizarse con fines didácticos.
Nunca olvidaré que mientras estaba en la Universidad una maestra dijo que los egresados de mi Facultad eran los más aferrados y que por ello siempre terminaban ocupando los puestos que ansiaban. Manual de carroña es un libro que refleja aferre, precisamente; pero no triunfo. Ahí, en sus páginas, me la vivo perdiendo. Si alguien aprendiera algo de esa circunstancia me daría gusto. Y bueno, bajo esta visión sí, puede leerse como un manual de supervivencia para los periodistas que no tengan de otra que andar a la caza de carroña farandulera. Se trata de historias reales, absurdas en ocasiones, pero verídicas. No busco dar lecciones; acaso compartir penas y risas, como en las francachelas que tanto me fascinan.
De algún modo perteneces a dos generaciones periodísticas musicales, la de la era pre-internet y la que tiene acceso a todo gracias a un clic en dispositivos inteligentes. ¿Crees que hoy en día existe un justo balance entre ambas eras para ese tipo de periodismo en México?
Me tocó leer revistas musicales de papel, y también he sido testigo de su proceso de extinción; tengo amigos que cuentan con discotecas y bibliotecas descomunales, y otros que en su vida han puesto un disco a girar y no leen ni el instructivo de su celular. Y claro, últimamente he visto cómo nacen y mueren influencers semanalmente creyendo que con Google basta para ejercer el oficio. Con esto como contexto considero que a la fecha no existe un balance. Los lectores parecieran sólo atender contenido digital, textos de baja estatura, frívolos en varios sentidos considerando que la música es alma pura. Hablando de periodistas, los “nuevos” y los “viejos” se pelean por ver quién tiene la verdad, ridículos los dos bandos. Sin embargo creo que puede lograrse un balance, quizá no se concrete pronto, pero sí me parece que quienes conseguirán ese logro están alrededor de nosotros ahora mismo. Las cosas no volverán a ser igual, para bien y para mal; sin embargo yo vislumbro un futuro excitante.
¿Cuál es la parte más divertida de mezclar tus labores como editor de una importante publicación y la del cronista y narrador?
Desde mi posición actual tengo acceso a lugares privilegiados, sitios que siempre soñé conocer. Otro mundo. Y francamente me divierto, mucho. Diario. En cada esquina me topo con personajes fabulosos en situaciones improbables. Y escribiré de todo ello pronto. Ya estoy haciendo apuntes.
¿Cuál es la mayor virtud qué se requiere para lograr ser periodista musical en México?
Hay que soportar el hambre y las crudas como un auténtico campeón. Lo demás se va improvisando.