Se dice que esta generación está padeciendo -más que gozando- el amor en tiempos de Tinder, relaciones cortas con placer inmediato que no duran más que una noche, el paraíso para los que gustan de las relaciones informales, una pesadilla para quienes suelen ser mucho más románticos.
Sin embargo, el lanzamiento de estas redes sociales no quiere decir que el romance, la seducción o el compromiso está perdido, todos conocemos historias de “amor verdadero” que han nacido en estas poderosas redes sociales, y lo que comenzó con una noche termino en un “felices por siempre”.
También en las letras y versos existe la brevedad, y –al igual que en el amor– la extensión no garantiza calidad. A continuación te mostramos un listado de poemas cortos, que con un par de versos prueban que no se necesita más para demostrar el amor a esa persona especial, ya sea que la hayas conocido o no en una red social.
Mario Benedetti, Síndrome
Todavía tengo casi todos mis dientes
casi todos mis cabellos y poquísimas canas
puedo hacer y deshacer el amor
trepar una escalera de dos en dos
y correr cuarenta metros detrás del ómnibus
o sea que no debería sentirme viejo
pero el grave problema es que antes
no me fijaba en estos detalles.
Octavio Paz, Aquí
Mis pasos en esta calle
Resuenan
En otra calle
Donde
Oigo mis pasos
Pasar en esta calle
Donde
Sólo es real la niebla.
Efraín Huerta, Francisco I
Paráfrasis
Todo
Se ha
Jodido
Menos
El amor
Gloria Fuentes, En las noches claras
En las noches claras,
resuelvo el problema de la soledad del ser.
Invito a la luna y con mi sombra somos tres.
Gustavo Adolfo Bécquer, Amor eterno
Podrá nublarse el sol eternamente;
podrá secarse en un instante el mar;
podrá romperse el eje de la tierra como un débil cristal.
¡Todo sucederá!
Podrá la muerte cubrirme con su fúnebre crespón;
pero jamás en mí podrá apagarse la llama de tu amor.
Alejandra Pizarnik, Despedida
Mata su luz un fuego abandonado.
Sube su canto un pájaro enamorado.
Tantas criaturas ávidas en mi silencio
y esta pequeña lluvia que me acompaña.
Gabriela Mistral, Desvelada
Como soy reina y fui mendiga, ahora
vivo en puro temblor de que me dejes,
y te pregunto, pálida, a cada hora:
«¿Estás conmigo aún? ¡Ay, no te alejes!»
Quisiera hacer las marchas sonriendo
y confiando ahora que has venido;
pero hasta en el dormir estoy temiendo
y pregunto entre sueños: «¿No te has ido?»
Efraín Huerta, Manriqueana
Nuestras
Vidas
Son los
Ríos
Que van
A dar
Al
Amar
Que es
El vivir
Francisco Gálvez, Crisis
Tu voz parece de otro tiempo,
ya no tiene aquel tono cálido
de antes, ni la complicidad
de siempre, sólo son palabras
y su afecto es ahora discreto:
en tus mensajes ya no hay mensaje.
Gloria Fuertes, En el árbol de mi pecho
En el árbol de mi pecho
hay un pájaro encarnado.
Cuando te veo se asusta,
aletea, lanza saltos.
En el árbol de mi pecho
hay un pájaro encarnado.
Cuando te veo se asusta,
¡eres un espantapájaros!
Miguel Hernández, Menos tu vientre
Menos tu vientre,
todo es confuso.
Menos tu vientre,
todo es futuro
fugaz, pasado
baldío, turbio.
Menos tu vientre,
todo es oculto.
Menos tu vientre,
todo inseguro,
todo postrero,
polvo sin mundo.
Menos tu vientre,
todo es oscuro.
Menos tu vientre
claro y profundo.
Alejandra Pizarnik, Quien alumbra
Cuando me miras
mis ojos son llaves,
el muro tiene secretos,
mi temor palabras, poemas.
Sólo tú haces de mi memoria,
una viajera fascinada,
un fuego incesante.
Luis Cernuda, Contigo
¿Mi tierra?
Mi tierra eres tú.
¿Mi gente?
Mi gente eres tú.
El destierro y la muerte
para mi están adonde
no estés tú.
¿Y mi vida?
Dime, mi vida,
¿qué es, si no eres tú?
Pedro Salinas, Fe mía
No me fío de la rosa
de papel,
tantas veces que la hice
yo con mis manos.
Ni me fío de la otra
rosa verdadera,
hija del sol y sazón,
la prometida del viento.
De ti que nunca te hice,
de ti que nunca te hicieron,
de ti me fío, redondo
seguro azar.
Fernando Pessoa, El poeta es un fingidor
El poeta es un fingidor.
Finge tan completamente
que hasta finge que es dolor
el dolor que en verdad siente,
Y, en el dolor que han leído,
a leer sus lectores vienen,
no los dos que él ha tenido,
sino sólo el que no tienen.
Y así en la vida se mete,
distrayendo a la razón,
y gira, el tren de juguete
que se llama corazón.
Federico García Lorca, Al oído de una muchacha
No quise.
No quise decirte nada.
Vi en tus ojos
dos arbolitos locos.
De brisa, de risa y de oro.
Se meneaban.
No quise.
No quise decirte nada.
Rubén Darío, Amo, amas…
Amar, amar, amar, amar siempre, con todo
el ser y con la tierra y con el cielo,
con lo claro del sol y lo oscuro del lodo:
amar por toda ciencia y amar por todo anhelo.
Y cuando la montaña de la vida
nos sea dura y larga y alta y llena de abismos,
amar la inmensidad que es de amor encendida
¡y arder en la fusión de nuestros pechos mismos!
En portada: Emily In Paris, Netflix
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