Música de fondo, un gusto que entra por los ojos y se siente entre las piernas, un sabor que llene sus paladares, iluminación a tono, disposición y hormonas corriendo por todo el torrente sanguíneo. No se necesita más para hacer el amor cuando el momento se planea. O tal vez sí. Un ingrediente extra nunca está de más y este aditivo puede ser algo tan hermoso como un poema.
Un poema que invite al amor, que describa el amor, que entone al amor, que resista al amor y que antoje y atice el deseo. Aquí algunas sugerencias que le puedes leer a esa persona mientras vas repartiendo besos o cualquier combinación que permita aderezar con lectura, el acto de hacer el amor.
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Relámpago en reposo
Octavio Paz
Tendida,
piedra hecha de mediodía,
ojos entrecerrados donde el blanco azulea,
entornada sonrisa.
Te incorporas a medias y sacudes tu melena de león.
Luego te tiendes,
delgada estría de lava en la roca,
rayo dormido.
Mientras duermes te acaricio y te pulo
hacha esbelta,
flecha con que incendio la noche.
El mar combate allá lejos con espadas y plumas.
“El poema de los muslos”
Jaime Sabines
Dulces muslos deseados,
íntima piel suave,
mujer en muslos dulces,
¿dónde estás? ¿qué ha quedado
de ti? Para mi boca
el aire calcinado.
Muslos de amor,
amantes, apretados,
tiernos, desnudos, sellados.
Esbeltos de mis ojos,
maduros de mis labios,
crecidos de mi lengua
espiritual, en vano.
Muslos de mi cuello derrotado,
lugar de mis mejillas en descanso,
sitio de mis dientes morados,
venero de salivas,
última cosa de mis manos,
encierro de palomas, trago
de sangre, vértigo usado,
cuchilla de mi corazón guillotinado.
Muslos redondos, llenos,
muslos de mi mujer y mi costado,
y de aire raro.
De menta de espanto.
De olor derretido
y quemado…
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Se miran, se presienten, se desean
Oliverio Girondo
Se miran, se presienten, se desean,
se acarician, se besan, se desnudan,
se respiran, se acuestan, se olfatean,
se penetran, se chupan, se demudan,
se adormecen, despiertan, se iluminan,
se codician, se palpan, se fascinan,
se mastican, se gustan, se babean,
se confunden, se acoplan, se disgregan,
se aletargan, fallecen, se reintegran,
se distienden, se enarcan, se menean,
se retuercen, se estiran, se caldean,
se estrangulan, se aprietan, se estremecen,
se tantean, se juntan, desfallecen,
se repelen, se enervan, se apetecen,
se acometen, se enlazan, se entrechocan,
se agazapan, se apresan, se dislocan,
se perforan, se incrustan, se acribillan,
se remachan, se injertan, se atornillan,
se desmayan, reviven, resplandecen,
se contemplan, se inflaman, se enloquecen,
se derriten, se sueldan, se calcinan,
se desgarran, se muerden, se asesinan,
resucitan, se buscan, se refriegan,
se rehúyen, se evaden y se entregan.
Rabia de Vida
Julia Santibáñez
Quiero que te deslices
como un pez sobre mi cuerpo,
escurridizo entres en mí
y me hagas dentro un mar.
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“Ábrete sexo”
Ana Istarú
Ábrete sexo
como una flor que accede,
descorre las aldabas de tu ermita,
deja escapar
al nadador transido,
desiste, no retengas
sus frágiles cabriolas,
ábrete con arrojo,
como un balcón que emerge
y ostenta sobre el aire sus geranios.
Desenfunda,
oh poza de penumbra, tu misterio.
No detengas su viaje al navegante.
No importa que su adiós
te hiera como cierzo,
como rayo de hielo que en la pelvis
aloja sus astillas.
Ábrete sexo,
hazte cascada,
olvida tu tristeza.
Deja partir al niño
que vive en tu entresueño.
Abre gallardamente
tus cálidas compuertas
a este copo de mieles,
a este animal que tiembla
como un jirón de viento,
a este fruto rugoso
que va a hundirse en la luz con arrebato,
a buscar como un ciervo con los ojos cerrados
los pezones del aire, los dos senos del día.
“Oración”
Juan Gelman
Habítame, penétrame.
Sea tu sangre una con mi sangre.
Tu boca entre mi boca.
Tu corazón agrande el mío hasta estallar…
Desgárrame.
Caigas entera en mis entrañas.
Anden tus manos en mis manos.
Tus pies caminen en mis pies, tus pies.
Árdeme, árdeme.
Cólmeme tu dulzura.
Báñeme tu saliva el paladar.
Estés en mí como está la madera en el palito.
Que ya no puedo así, con esta sed
Quemándome.
Con esta sed quemándome.
La soledad, sus cuervos, sus perros, sus pedazos.
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“Pienso en tu sexo”
César Vallejo
Pienso en tu sexo.
Simplificado el corazón, pienso en tu sexo,
ante el hijar maduro del día.
Palpo el botón de dicha, está en sazón.
Y muere un sentimiento antiguo
degenerado en seso.
Pienso en tu sexo, surco más prolífico
y armonioso que el vientre de la Sombra,
aunque la Muerte concibe y pare
de Dios mismo.
Oh Conciencia,
pienso, sí, en el bruto libre
que goza donde quiere, donde puede.
Oh, escándalo de miel de los crepúsculos.
Oh estruendo mudo.
¡Odumodneurtse!
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