A través de su poesía feroz la poeta colombiana Jhoana Patiño López denuncia la violencia contra las mujeres. Nació el 11 de septiembre de 1982, en 2006 egresó de la Universidad de Caldas como licenciada en Desarrollo Familiar y en 2011 obtuvo el título de magíster en Educación y Desarrollo Humano en la Universidad Católica de Manizales; posteriormente se ha se ha desempeñado como profesora e investigadora en ambas casas de estudios.
Ha publicado múltiples artículos académicos en materia de familia, educación, infancia y juventud; pero no fue hasta el año 2010 que irrumpe en el ámbito literario con el potente poemario titulado Ébano, en el que denuncia las desigualdades de género, la educación diferenciada y subordinada impuesta a las mujeres, la presión social y la reducción de la feminidad a la maternidad; además, denuncia de manera implacable y sin retórica la violencia simbólica, verbal y física experimentada por las mujeres en una sociedad machista, que en la mayoría de los casos terminan en femicidios.
Pese a la dureza de su poesía también se presenta como una palabra de esperanza, de encuentro y sororidad entre las millones de mujeres que llevan en su espalda el peso de la desigualdad, tal como afirma ante sus lectoras: “Estimadas señoras, no nos hemos visto y tal vez nunca nos veremos, pero aun así en las palabras que circulan libres podemos reconocernos. Somos más que carne, más que llanto y miedo. Somos más que límites y pesares. Somos más que la palabra mujeres, más que todo lo que hemos penado, somos más que los hijos, los esposos y el gobierno”.
Te invitamos a leer a Jhoana Patiño para que seamos conscientes de la violencia de género que aún existe, o si estás siendo víctima de ella te podrá ayudar a romper ese ciclo de violencia:
“No era yo el problema”
El problema no era el golpe,
ni el insulto,
tampoco el dolor
o la sangre en el piso.
El problema no era la cicatriz en el cuerpo
ni la culpa que sentía,
mucho menos la vergüenza.
El problema no era mi cuerpo
no eran,
ni mis ojos,
ni mi color.
El problema era mi condición
ser mujer, ese era el problema.
No era por como vestía,
ni por lo que decía.
Era porque así tenía que ser,
porque siempre había sido de esa manera,
porque la abuela le dijo a mi madre que el hombre era Dios
y eso me enseñó ella.
El problema era el mundo,
con sus códigos machistas,
desiguales y violentos,
con sus lenguajes sexistas
y sus morales dobles.
El problema no era mío,
era de todos,
de los que sabían y no hacían nada,
de los que se tapaban lo oídos y desviaban la mirada,
de los que justificaban al hijo,
de los que celebraban la paliza.
El problema no era yo
y tampoco era nuevo,
era falta de memoria,
injusticia,
abandono.
El problema era una historia contada por hombres
y padecida por mujeres;
eran niñas vestidas de rosa para que fueran más puras
y niños pintados de azul para que fueran más rudos,
el problema no era el golpe en la cara,
era el permiso de todos,
el creer que era natural,
el sentir que era bueno,
el tolerar por miedo.
El problema no era el puño
era la herida en el alma
y el silencio.
“Vientre en resistencia”
Yo no soy un vientre, soy un ser,
yo no soy un hijo, soy una mujer,
yo no soy un cuerpo que se toma, soy poder que se cuestiona,
yo no soy un rol, soy relación para la creación,
yo no soy una madre prometida, soy una posibilidad expandida,
yo no soy sólo palabras, soy silencio y miedo,
yo no soy solo razón, soy deseo y decisión
yo no soy sólo cuerpo, soy polvo de estrellas y arenas del desierto,
yo no soy sólo un vientre, soy poesía y canción,
yo no soy un rol, soy movimiento y quietud,
soy sueños y tormentas,
yo no soy un vientre prometido,
soy lo que quiero ser, soy lo que puedo ser,
soy lo que debo ser, pero no soy lo que tengo que ser,
yo soy mujer y me resisto a parir, sólo a parir,
quiero amar la vida, no sólo la vida de unos hijos
soy mujer y doy vida con mi vida,
soy mujer y decido,
soy mujer y digo,
soy mujer y no crío,
soy mujer aunque no tenga un hijo,
yo no soy un vientre, soy vida.
“Nos mataron”
Mataron a Berta,
a Sonia,
y a Laura.
También a Manuela
y a su hermana.
Mataron sus cuerpos,
callaron sus palabras,
quemaron sus historias,
y arrancaron sus ganas.
Mataron a Zuly.
a Diana,
y a Martha.
Cerraron para siempre sus ventanas,
cortaron sus rostros,
amarraron sus manos,
y eliminaron sus sueños.
Y hasta ahora nadie dijo nada.
Mataron a madres,
a abuelas y tías,
a vecinas y amigas,
a primas y sobrinas,
a esposas y amantes.
Y todo siguió como si nada.
Las mataron una a una,
por siglos de infamia,
en suelos machistas,
con cadenas y balas,
tras leyes y batallas.
Las mataron entre gente,
en los ríos,
en las casas.
Solas y acompañadas.
Las mataron una a una,
como si nada.
A Verónica,
y Alicia
a Paula
y Tatiana.
Las mataron,
sus cercanos,
y también
sus lejanos,
sus familias,
sus parejas,
sus amigos,
y sus vecinos
como deshojando margaritas
que pronto crecerán
para volver a ser arrancadas.
Las mataron y nos matan por ser mujeres.
“Me habían dicho que no existía”
Me habían dicho que no hablara
Me habían dicho que no era buena
Me habían dicho que no valía
Que el amor no existía
Y que los golpes me los buscaba.
Me habían dicho que no preguntara
Que no soñara
Que no aguantara
Que las mujeres no pensaban
Que mi destino era la casa, la cama y la rabia
Me habían dicho que no podía
Que no debía
Que me quemaría
Que me odiarían
Y yo les creí
Y yo lo permití
Y yo lo cambié.
“Mujeres”
Mujer, ser en tensión y en posibilidad
Ser de carne, hueso y novedad, eso eres, eso soy, una mujer en libertad
Mujer en la lluvia y en el sol, en el frío y en el amor
Mujeres de risa y de llanto, de rabia y pasión
Mujer en la muerte y el dolor, mujer en la vida y la razón
Mujeres en cada segundo en cada rincón
Mujer de silencios y miedos
De vidas y cuentos.
Mujeres en las luchas, en las revueltas y las protestas
En los caminos, en la guerra y en la paz
Mujeres seres del viento y de la mar
Mujeres de manos y de palabras
De falda y pantalón, de casa y computador
Mujeres de calle, de patio y soledad
Mujeres de hijos y sin ellos,
Mujer, eso soy, eso eres, mujer un ser de posibilidad.
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Las mujeres cargan una condena de silencio, por eso son ignoradas y desaparecidas, así que te invitamos a leer los poemas feministas para las mujeres que ya no tienen miedo y quieren cambiar el mundo
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Las obras que acompañan el texto pertenecen a los artistas Brian Carlson, Pedro Cuevas, Lucas Reinch, Marcela Frojan y Fernando del Prado, y forman parte de la Muestra de Arte Colectiva Contra la Violencia de Género 26.485.