7 poemas punks de Robert Montgomery

7 poemas punks de Robert Montgomery

7 poemas punks de Robert Montgomery

Lloras, escupes, gritas, te lastimas y al final del día descubres que estás vivo. Que todo lo que has hecho hasta ahora ha valido la pena porque tu presencia ha ayudado a cambiar un entorno que simplemente parecía tragarnos con su monotonía. Por fin lo has comprendido: «el punk no ha muerto»; esa frase que hasta el cansancio has visto pintada en muros y discos, hoy, después de tanto tiempo, cobra sentido. La rebeldía dentro de ti no se fue apenas te enfundaste en un traje opaco y una corbata te rodeó el cuello, simplemente ha mutado; no eres más un rebelde, sino un idealista.

«El viento en los árboles es sólo un respiro de la tierra. Los ángeles hacen silenciosamente una coreografía en el jardín de rosas. Tan rápidos para vivir, tan jóvenes para morir».

«Todos los palacios son palacios temporales».

Te has dado cuenta de que ya no quieres incendiar el mundo, esa etapa de tu juventud se ha ido; lo que ahora quieres es cambiar todo lo que te rodea, no para que sea mejor sólo para ti, sino para que todo lo que hemos soñado como una colectividad se convierta en algo tangible. Un abrazo puede cambiar al mundo en un momento; sin embargo, un poema podría transformarlo justo en el instante que merecemos… Probablemente la frase suene cursi en un primer momento, pero en cuanto se aborda desde la perspectiva de artistas como Robert Montgomery, todo adquiere un significado considerablemente distinto a lo que habíamos pensado hasta ahora.

«El modernismo no es un estilo/ el modernismo es un sueño de educación gratuita, igualdad racial, bibliotecas llenas de libros y sin más sueños repletos de lágrimas/ Las persecuciones aéreas + la dispersa luz azul aún más que la dispersa luz roja>> Es por ello que el cielo es azul cuanto estamos despejados/ cuando es tan efusivo».

«La poesía es un lenguaje expandido, que explica la magia de la vida. Creo que la poesía siempre será importante porque su verdadero propósito es descubrir lo mágico en el día a día».

— Robert Montgomery

«La gente que amas se convierte en fantasmas dentro de ti y es así como los mantienes vivos».

«Todo en la ciudad es perfecto, las voces en las calles son música sacra y las calles no pertenecen a nadie».

Su trabajo se aleja de la estructura poética convencional; salta del papel a lo digital y de ahí hacia un gran formato que se apodera de calles, automóviles y edificios con el único fin de que todas las figuras que coexisten en sus textos se presenten frente a sus espectadores como un soplo de esperanza. A veces necesitamos de estos revulsivos para olvidarnos que vivir en esta realidad es, irónicamente, lo que poco a poco nos está matando.

«Las nuevas naciones crecerán sobre elegantes promontorios donde algunas personas se reunirán. En su mundo será ilegal tomar posesión de la tierra. Y harán nuevas literaturas donde la era del petróleo será olvidada. Y nuestras ciudades serán devueltas a la arena y nuestras palabras serán olvidadas y nuestras palabras serán olvidadas y no nunca más recordarán cómo alguna vez sostuvimos al mundo entero sobre nuestras manos y cómo lo aplastamos como a un ave en nuestras manos».

Robert define su trabajo como modernista, pues asegura que éste no se trataba de una simple cuestión de estética en la pintura, arquitectura y música, sino de un movimiento ideológico que buscaba por medio de la belleza, la unificación de todas las partes de la sociedad. Aunque ésta suene a una de las más hermosas utopías jamás planteadas, el poeta sabe que puede lograrse, si no completamente, a un nivel favorable para todo aquél que reciba su mensaje. De ahí que opte por utilizar un gran formato adornado con luces neón o fuego, el mismo que creímos extinto hace poco más de treinta años junto con el sonido estridente de guitarras y puños en alto.

«Para despertar y ser como el clima, para dejar de ser los destrozados sirvientes de los reyes locos».

Cada verso de Montgomery nos invita a no dejarnos morir, no podemos hacerlo; necesitamos no hacerlo para poder continuar por esta senda de reconstrucción poética de un mundo que, a pesar de que se derrumba frente a nuestros ojos, requiere de nuestra atención, fuerza y rebeldía para mostrarnos su lado más amable. Aquél que a pesar de la basura se levanta sólo para mostrarnos la belleza del fuego y las luces de neón que iluminan las grandes urbes para volverlas, por lo menos, mucho más habitables.

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