Dedicarle un poema a una mujer no es cosa sencilla, por eso decidimos ayudarte con estos poemas que no son cursis pero dicen mucho de lo que seguro sientes...
Los poemas para conquistar a una mujer no tienen porqué ser necesariamente cursis. No precisan de un derramamiento de miel en cada línea, ni burbujas de jabón flotando sobre cada verso. Tampoco es necesaria una prosa sencilla y sosa que no nos exija más de un segundo de reflexión. Los poemas románticos también pueden ser profundos, entrañables, poseedores de un sentido íntimo y poderoso.
Probablemente, estos poemas no sean para cualquiera ni pueden regalarse de diestra a siniestra. Los versos que te presentamos son sólo para mujeres especialmente sensibles. Como lo escribe Elvira Sastre:
«Hay mujeres
que suenan a herida al tocarlas
y te hacen desear la muerte antes que ellas.
Hay mujeres
que huelen a limpio, a cuerpo inerte,
y te hacen desear invadirles el corazón
y el pecho con la brutalidad de un ejército de flechas.
Hay mujeres
que no se esconden, que quieren sin escarcha en los ojos,
que saben a sed,
y esas,
esas te hacen desear quererlas toda la vida».
Además, los que te presentamos a continuación tienen una particularidad; pueden crear un puente de empatía entre quien lo dedica y la persona que lo recibe, ¿por qué? Porque implica emocionalmente a ambos. Cuando una mujer teme enamorarse, generalmente es porque piensa que saldrá lastimada. Le asusta dar todo en una relación y recibir a cambio una traición o, simplemente, perder su identidad.
Los siguientes poemas abordan esos miedos, los toman entre sus manos y los desmoronan. Léelos y descubre cómo ésta es la mejor manera de iniciar un acercamiento con alguien que tema enamorarse:
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"Amor condusse noi ad una morte"
Xavier Villaurrutia
Amar es una angustia, una pregunta,
una suspensa y luminosa duda;
es un querer saber todo lo tuyo
y a la vez un temor de al fin saberlo.
Amar es reconstruir, cuando te alejas,
tus pasos, tus silencios, tus palabras,
y pretender seguir tu pensamiento
cuando a mi lado, al fin inmóvil, callas.
Amar es una cólera secreta,
una helada y diabólica soberbia.
Amar es no dormir cuando en mi lecho
sueñas entre mis brazos que te ciñen,
y odiar el sueño en que, bajo tu frente,
acaso en otros brazos te abandonas.
Amar es escuchar sobre tu pecho,
hasta colmar la oreja codiciosa,
el rumor de tu sangre y la marea
de tu respiración acompasada.
Amar es absorber tu joven savia
y juntar nuestras bocas en un cauce
hasta que de la brisa de tu aliento
se impregnen para siempre mis entrañas.
Amar es una envidia verde y muda,
una sutil y lúcida avaricia.
Amar es provocar el dulce instante
en que tu piel busca mi piel despierta;
saciar a un tiempo la avidez nocturna
y morir otra vez la misma muerte
provisional, desgarradora, oscura.
Amar es una sed, la de la llaga
que arde sin consumirse ni cerrarse,
y el hambre de una boca atormentada
que pide más y más y no se sacia.
Amar es una insólita lujuria
y una gula voraz, siempre desierta.
Pero amar es también cerrar los ojos,
dejar que el sueño invada nuestro cuerpo
como un río de olvido y de tinieblas,
y navegar sin rumbo, a la deriva:
porque amar es, al fin, una indolencia.
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"Me tienes en tus manos"
Jaime Sabines
Me tienes en tus manos
y me lees lo mismo que un libro.
Sabes lo que yo ignoro
y me dices las cosas que no me digo.
Me aprendo en ti más que en mí mismo.
Eres como un milagro de todas horas,
como un dolor sin sitio.
Si no fueras mujer fueras mi amigo.
A veces quiero hablarte de mujeres
que a un lado tuyo persigo.
Eres como el perdón
y yo soy como tu hijo.
¿Qué buenos ojos tienes cuando estás conmigo?
¡Qué distante te haces y qué ausente
cuando a la soledad te sacrifico!
Dulce como tu nombre, como un higo,
me esperas en tu amor hasta que arribo.
Tú eres como mi casa,
eres como mi muerte, amor mío.
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"Desnuda"
Roque Dalton
Amo tu desnudez
porque desnuda me bebes con los poros,
como hace el agua
cuando entre sus paredes me sumerjo.
Tu desnudez derriba con su calor los límites,
me abre todas las puertas para que te adivine,
me toma de la mano como a un niño perdido
que en ti dejara quieta su edad y sus preguntas.
Tu piel dulce y salobre que respiro y que sorbo
pasa a ser mi universo, el credo que se nutre;
la aromática lámpara que alzo estando ciego
cuando junto a la sombras los deseos me ladran.
Cuando te me desnudas con los ojos cerrados
cabes en una copa vecina de mi lengua,
cabes entre mis manos como el pan necesario,
cabes bajo mi cuerpo más cabal que su sombra.
El día en que te mueras te enterraré desnuda
para que limpio sea tu reparto en la tierra,
para poder besarte la piel en los caminos,
trenzarte en cada río los cabellos dispersos.
El día en que te mueras te enterraré desnuda,
como cuando naciste de nuevo entre mis piernas.
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"Bordas de hielo"
César Vallejo
Vengo a verte pasar todos los días,
vaporcito encantado siempre lejos...
Tus ojos son dos rubios capitanes;
tu labio es un brevísimo pañuelo
rojo que ondea ¡en un adiós de sangre!
Vengo a verte pasar; hasta que un día,
embriagada de tiempo y de crueldad,
vaporcito encantado siempre lejos,
la estrella de la tarde partirá.
Las jarcias; vientos que traicionan; vientos
de mujer que pasó.
Tus fríos capitanes darán orden;
y quien habrá partido seré yo...
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"Contigo"
Luis Cernuda
¿Mi tierra?
Mi tierra eres tú.
¿Mi gente?
Mi gente eres tú.
El destierro y la muerte
para mí están adonde
no estés tú.
¿Y mi vida?
Dime, mi vida,
¿qué es, si no eres tú?
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"Décimas al corazón"
Elías Nandino
I
Corazón: no te atormentes
porque traicionen tu amor,
espera un tiempo mejor
y jamás te desalientes.
Soporta el dolor que sientes
hasta que tu vida obtenga
la rebelión que te abstenga
de añorar lo que se fue,
y a solas medita que
no hay mal que por bien no venga .
II
Corazón: no estoy cansado
de tanto querer amar
y de amar para buscar
el amor que no ha llegado.
Sigue conmigo enraizado
en un pacto que persista
mientras la esperanza exista,
que aunque Suframos engaños
no hay mal que dure cien años
ni cuerpo que lo resista.
III
Corazón: ¡cómo has sufrido
por mi culpa! , yo lo sé;
pero no pierdas la fe
ni ya te des por vencido.
El amor que no ha venido
pronto vendrá, ten confianza,
y sin medir la tardanza
que en mí tu vigor perdure:
que mientras la vida dure
lugar tiene la esperanza.
IV
Antes, al verte sufrir,
corazón, yo no entendía,
y aunque tus penas veía
nunca las pude asumir.
En cambio, hoy sé compartir
el suplicio que te enciende,
porque ya mi vida entiende
que existen, en conclusión:
razones del corazón
que la razón no comprende.
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Como acabas de leerlo, esto no se trata de una poesía sencillamente aduladora, que enaltece al objeto de su amor sin más sentido que hacerlo sentir sobre un pedestal; al contrario, se expone frente la amada de manera franca; sin miedo a la vulnerabilidad.
Esto, inevitablemente, podría crear un íntimo nexo con una mujer que teme amar; ella descubrirá que tú también tienes miedos y que aunque no tengas todas las respuestas sobre el amor, no estarías dispuesto a hacerle daño.
Si estos poemas te gustaron y quieres saber más sobre literatura, descubre las razones por las que ‘La insoportable levedad del ser’ es el libro perfecto y también conoce estas 50 cosas que debes saber antes de leer "Cien años de soledad".
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Fuentes
A media voz
Elem
Elvira Sastre