La poesía es un lenguaje que dignifica, pues le otorga sentido y belleza a todo acto y emoción; ya sea soledad, dolor, ilusión, deseo, vergüenza, a la vida con sus contrariedades y dichas. La poesía es consuelo y redención. No hay forma más pura para hablar del amor que la poesía. Sus palabras están vivas y comparten de esa vida a quien la lea, revela al lector más de sí mismo que del poema, pues le permite ver en su alma, observarse y expresar su sentir más plenamente. Sin importar cómo es el amor que se experimenta, hay poemas que nos ayudan a entenderlo y quererlo más. Estos poemas te hablarán de 9 tipos de amores que todos hemos vivido y que llevamos por siempre en el corazón, aunque nos pese.
1. Amores prohibidos
Son esas personas que cuando tocan, no se distingue si se trata de un presagio o un recuerdo, si tal vez es ahora. Los momentos vividos a su lado se encierran en sí mismos, como si estuvieran fuera del tiempo y el espacio. Su existencia es casi cuestionable, y más que amores son sortilegios, tal vez saberlos prohibidos hace difícil el sentirlos reales.
Vamos a guardar este día, Jaime Sabines
Vamos a guardar este día
entre las horas, para siempre,
el cuarto a oscuras,
Debussy y la lluvia,
tú a mi lado, descansando de amar.
Tu cabellera en que el humo de mi cigarrillo
flotaba densamente, imantado, como una mano
acariciando.
Tu espalda como una llanura en el silencio
y el declive inmóvil de tu costado
en que trataban de levantarse,
como de un sueño, mis besos.
La atmósfera pesada
de encierro, de amor, de fatiga,
con tu corazón de virgen odiándome y odiándote.
todo ese malestar del sexo ahíto,
esa convalecencia en que nos buscaban los ojos
a través de la sombra para reconciliarnos.
Tu gesto de mujer de piedra,
última máscara en que a pesar de ti te refugiabas,
domesticabas tu soledad.
Los dos, nuevos en el alma, preguntando por qué.
Y más tarde tu mano apretando la mía,
cayéndose tu cabeza blandamente en mi pecho,
y mis dedos diciéndole no sé qué cosas a tu cuello.
Vamos a guardar este día
entre las horas para siempre.
2. Amores maduros
Hay amores en los que se está dispuesto a luchar o soltar con la misma fuerza, siempre que se trate de algo mutuo. Llega un momento de la relación para quedarse o dejar ir, pero siempre rindiéndose al amor, a la libertad y el bienestar del otro.
Quiero que sepas una cosa, Pablo Neruda
Tú sabes cómo es esto:
si miro
la luna de cristal, la rama roja
del lento otoño en mi ventana,
si toco
junto al fuego
la impalpable ceniza
o el arrugado cuerpo de la leña,
todo me lleva a ti,
como si todo lo que existe,
aromas, luz, metales,
fueran pequeños barcos que navegan
hacia las islas tuyas que me aguardan.
Ahora bien,
si poco a poco dejas de quererme
dejaré de quererte poco a poco.
Si de pronto
me olvidas
no me busques,
que ya te habré olvidado.
Si consideras largo y loco
el viento de banderas
que pasa por mi vida
y te decides
a dejarme a la orilla
del corazón en que tengo raíces,
piensa
que en ese día,
a esa hora
levantaré los brazos
y saldrán mis raíces
a buscar otra tierra.
Pero
si cada día,
cada hora
sientes que a mí estás destinada
con dulzura implacable.
Si cada día sube
una flor a tus labios a buscarme,
ay amor mío,
ay mía,
en mí todo ese fuego se repite,
en mí nada se apaga ni se olvida,
mi amor se nutre de tu amor, amada,
y mientras vivas estará en tus brazos sin salir de los míos.
3. Amores que añoramos
Esos que sin importar el tiempo, la distancia, las heridas u otros amores, siguen presentes aunque sea al fondo del corazón, esperando una señal para renacer.
Si tú me dices “¡ven!”, lo dejo todo, Amado Nervo
No volveré siquiera la mirada
para mirar a la mujer amada…
Pero dímelo fuerte, de tal modo
que tu voz, como toque de llamada,
vibre hasta el más íntimo recodo
del ser, levante el alma de su lodo
y hiera el corazón como una espada.
Si tú me dices “¡ven!”, todo lo dejo.
Llegaré a tu santuario casi viejo,
y al fulgor de la luz crepuscular;
mas he de compensarte mi retardo,
difundiéndome ¡Oh Cristo! ¡Como un nardo
de perfume sutil, ante tu altar.
4. Amores imposibles
En ocasiones ocurre que no entendemos exactamente qué nos separa, si hemos puesto el alma en la entrega, si la conexión es incuestionable, pero las vidas parecen ser simplemente paralelas, imposible de unirse. Esperan resignadas la realización de su amor en otra vida o en otro tiempo, se ama de una forma inexplicable, pero que nunca termina.
Desde lejos, Delmira Agustini
En el silencio siento pasar hora tras hora
como un cortejo lento, acompasado y frío
¡Ah, cuando tú estás lejos de mi alma todo llora,
y al rumor de tus pasos hasta en sueños sonrío!
Yo sé que volverás, que brillará otra aurora
en mi horizonte grave como un sueño sombrío;
revivirá en mis bosques tu gran risa sonora
que los cruzaba alegre como el cristal de un río.
Un día, al encontrarnos tristes en el camino
yo puse entre tus manos mi pálido destino.
¡Y nada más hermoso jamás han de ofrecerte!
Mi alma es, frente a tu alma, como el mar frente al cielo:
pasarán entre ellas, cual la sombra de un vuelo,
la Tormenta y el Tiempo y la Vida y la Muerte!
5. Amores que sanan
Después de las cicatrices de otras relaciones y de la vida misma, hay amores que llegan para crear todo un lenguaje nuevo, colmado de amor. Y con ellos sana ese pasado, llegan a ser como cómplices, mejores amigos y su entendimiento se da incluso con la mirada.
El amor, Luis García Montero
Las palabras son barcos
y se pierden así, de boca en boca,
como de niebla en niebla.
Llevan su mercancía por las conversaciones
sin encontrar un puerto,
la noche que les pese igual que un ancla.
Deben acostumbrarse a envejecer
y vivir con paciencia de madera
usada por las olas,
irse descomponiendo, dañarse lentamente,
hasta que a la bodega rutinaria
llegue el mar y las hunda.
Porque la vida entra en las palabras
como el mar en un barco,
cubre de tiempo el nombre de las cosas
y lleva a la raíz de un adjetivo
el cielo de una fecha,
el balcón de una casa,
la luz de una ciudad reflejada en un río.
Por eso, niebla a niebla,
cuando el amor invade las palabras,
golpea sus paredes, marca en ellas
los signos de una historia personal
y deja en el pasado de los vocabularios
sensaciones de frío y de calor,
noches que son la noche,
mares que son el mar,
solitarios paseos con extensión de frase
y trenes detenidos y canciones.
Si el amor, como todo, es cuestión de palabras,
acercarme a tu cuerpo fue crear un idioma.
6. Amores no correspondidos
Son esos que no llegan a realizarse y que a pesar de no ser correspondidos, son auténticos y no persiguen más que la dicha del ser amado.
Yo la amé, Alexandr Pushkin
Yo a usted la amé: el amor todavía, puede ser,
en mi alma no se ha extinguido del todo;
pero ojalá ese amor ya no la inquiete,
yo no quiero con nada entristecerla.
Yo a usted la amé en silencio, sin esperanza,
por temores y celos afligido;
yo a usted la amé tan limpia y tiernamente,
como Dios quiera otro pueda amarla así.
7. Amores arrebatados
No existen recetas del amor perfecto, y cuando una relación se vuelve profunda, intensa, confusa y hasta tormentosa, no siempre deja de ser amor.
Esto es amor, Lope de Vega
Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;
no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;
huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño;
creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.
8. Amores a los que nos resistimos
Ya sean relaciones en las que se va y viene, o un amor que empiece a revelarse, es inútil la resistencia. Buscará caminos, estará dando vueltas en la cabeza y el tiempo será medido por la presencia de esa persona.
El amenazado, Jorge Luis Borges
Es el amor. Tendré que ocultarme o que huir.
Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz.
La hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única.
¿De qué me servirán mis talismanes: el ejercicio de las letras,
la vaga erudición, el aprendizaje de las palabras que usó el áspero Norte
para cantar sus mares y sus espadas,
la serena amistad, las galerías de la biblioteca, las cosas comunes,
los hábitos, el joven amor de mi madre, la sombra militar de mis muertos,
la noche intemporal, el sabor del sueño?
Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo.
Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se
levanta a la voz del ave, ya se han oscurecido los que miran por las ventanas,
pero la sombra no ha traído la paz.
Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz, la espera y la memoria,
el horror de vivir en lo sucesivo.
Es el amor con sus mitologías, con sus pequeñas magias inútiles.
Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.
Ya los ejércitos me cercan, las hordas.
(Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.)
El nombre de una mujer me delata.
Me duele una mujer en todo el cuerpo.
9. Amores platónicos
Tantas cualidades se le adjudican al ser amado, que casi parece irreal; pero la admiración no cesa y llega a convertirse en una motivación constante.
Bellísima, Eduardo Lizalde
Óigame usted, bellísima,
no soporto su amor.
Míreme, observe de qué modo
su amor daña y destruye.
Si fuera usted un poco menos bella,
si tuviera un defecto en algún sitio,
un dedo mutilado y evidente,
alguna cosa ríspida en la voz,
una pequeña cicatriz junto a esos labios
de fruta en movimiento,
una peca en el alma,
una mala pincelada imperceptible
en la sonrisa…
yo podría tolerarla.
Pero su cruel belleza es implacable,
bellísima;
no hay una fronda de reposo
para su hiriente luz
de estrella en permanente fuga
y desespera comprender
que aun la mutilación la haría más bella,
como a ciertas estatuas.
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