Existe un lugar en el que enterramos a todas las personas que han sacado lo mejor de nosotros a costa de destruirnos completamente para poder resurgir de las cenizas. Ese lugar es el olvido, el oscuro cajón en el que se guardan los recuerdos de lo que fuimos y con quién. Los siguientes poemas de Fausto Moreno exploran ese cajón sin temor a ver de frente a quienes se han ido para siempre.
DELIRIOS ENTRE UN CIGARRO Y TU AMOR
El cigarro y tu amor no sufren tantas diferencias.
El cigarro me hace tonto, visiblemente soy inútil ante tu mirada.
El cigarro me hace perder tiempo, a ti te dedico mi tiempo libre.
El cigarro me mata con un dulce suspiro,
lo mismo sucede cuando tu voz recorre mis oídos.
El cigarro me daña, tus mentiras me hieren.
Me quiero alejar de él, pero lo intento y vuelvo a ti.
El cigarro es efímero como nuestro amor,
pero sólo necesita un poco de flama para revivir.
Un cigarro es desechable, nuestro amor desafortunadamente no lo es.
Un simple respiro me hizo adicto al tabaco,
tus recuerdos me hicieron adictos a tu ausencia.
Tu ausencia mata, el tabaco no queda atrás.
Yo muero.
Sólo deseo que mis recuerdos sean como la ceniza.
Que sólo baste un pequeño esfuerzo para eliminarlos.
La última y más dolorosa similitud:
el daño en mis pulmones es equivalente a mi corazón en ruinas.
PERTENENCIAS
Tal vez seas más que una necesidad,
tal vez tarde comprendí,
tal vez te necesite más de lo que esta sonrisa aparenta,
tal vez todas las noches mire al infinito pensándote.
Pensando en mí,
pensando en ti,
pensando en nosotros,
pensando en nada.
Tan sólo me gustaría un abrazo,
una señal,
una caricia,
tu mano y la mía.
Te extraño, sí.
Por nuestro amor,
por nuestra piel,
por la pasión.
Por todas aquellas pequeñas cosas,
vuelve, corazón,
que hoy la cuenta la pago yo.
1 DE FEBRERO
La noche cayó entre sus brazos,
hasta que aquel día llegamos a la cama.
Esperando a que pudiera estar con ella esa noche.
El adiós fue imprescindible y tortuoso.
La noche era acogedora y luminosa.
Para mí el caos fulminó mi alma.
Relámpagos, lluvia, fuego.
En una noche tan tranquila pero tan mortuoria.
La despedida fue dura, el dolor eterno, la depresión inmensa.
Sus palabras como un alfiler se clavaron en cada arteria.
La noche eterna, el bienestar temporal, la soledad extrema.
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Si no has superado a tu amor, tienes dos opciones: leer estos poemas para los que no quieren olvidar o tratar de seguir adelante leyendo estos 5 poemas para superar una despedida.