Enrique Márquez Jaramillo, historiador, poeta y asesor de políticos, presentó su nuevo libro de poemas en el Centro de las Artes de San Luis Potosí el jueves 4 de febrero.
Fue una reunión con 130 asistentes, incluyendo al gobernador y a su esposa, pero el escritor en la mesa estuvo rodeado de “cuates”, según dijo.
Se refería a un viejo grupo de talleristas que aprendieron a escribir de la mano del ecuatoriano Miguel Donoso Pareja.
La reunión, la presentación, fue muy importante porque la audiencia pudo enterarse de muchas y muy importantes cosas de la literatura potosina.
Supo, por ejemplo, en boca de Márquez, que David Ojeda, uno de sus “cuates”, “es el narrador más importante que ha tenido San Luis Potosí en el siglo XX”, ¿quién será del XXI, ya que llevamos más de tres lustros en él?
Por su parte Eudoro Fonseca le dijo a su “cuate” Márquez que el libro de éste, “Poemas para quienes no han conocido al Coyote”, tiene “cojones”. Eudoro se ha españolizado un poco desde que fue Secretario de Cultura en San Luis Potosí, de otra manera solo hubiera dicho “huevos”.
Fonseca Yerena, también poeta, negó por otro lado que el libro coyotesco sea “guarro” (¿quién lo había llamado así?), es, aseguró, más bien “altamente gozoso”.
Pero también (volviéndose a agarrar de los “cojones”) comentó que se trata de un libro que requirió “mucho valor para escribirlo”, para luego señalar que en la citada escritura el poeta Márquez “se sobrepasa constantemente a sí mismo”. Me pregunto cómo será eso.
Fonseca no parecía hablar ya de un poeta que se divierte con las palabras mientras se siente el ombligo del mundo, sino de una especie de superhéroe chimoltrufio que “se juega ante nosotros un combate y que cuando todo el peso de la vida le hace que diga que no, él dice que sí, y luego dice que no”.
Y ya, de una vez, el comentarista se dejó ir como gorda en tobogán al comparar a Márquez con el personaje Ulises del dublinés James Joyce: “…y ese combate es tan fuerte que su libro termina como el Ulises de Joyce: con un sí que es el monologo de afirmación de la vida”.
Para entonces resultaba obvio que a Eudoro sólo le quedaba el oficio de la consagración anticipada, así, afirmó en pirómana autoinmolación libresca: “Este, para mí, es uno de los grades libros de la poesía mexicana, un libro en el que se abrasa, se quema en la propia escenificación del drama de su existencia a partir de la máxima eficacia lingüística y poética”.
El cierre del evento se lo dejamos al cronista José Arturo González Guerrero, quien escribió en su nota: “Finalmente escuchamos algunos de los Poemas para quienes no han conocido el Coyote en voz de su autor y la velada concluyó con una fuerte ovación”.
Fue un digno cierre para tratarse de una reunión de “cuates”, sólo me pregunto: ¿les quedaría algo de miel para degustar en el nostálgico y previsible after?