Decidimos amar cuando aceptamos la vulnerabilidad que esto conlleva. Amar significa mostrarnos tal cual y quedar expuestos ante el otro para que conozca nuestros defectos más íntimos, y a pesar de ello permanezca. Amamos por naturaleza, porque somos animales que necesitan sentir protección.
El medio más puro por el que el ser humano ha aprendido expresarse es a través del arte. La creación se produce desde la sensibilidad que el autor posee y de cómo percibe el mundo que lo rodea. En la actualidad, algunas disciplinas se combinan con otras para potencializar lo que un autor desea mostrar, así como las nuevas herramientas tecnológicas ayudan a que los resultados sean mejores para lograr transmitir emociones específicas.
El fotógrafo y poeta español Marcos Malvárez inició un proyecto de nombre Socramphotophobia, en el que retrata a mujeres para luego contar una historia por medio de un poema que sirva como pie de página y nos sitúe en la atmósfera que crea, tal vez inventada o real, eso no lo sabemos, pues los escritores son capaces de fabricar mentiras perfectas.
En los poemas de Malvárez se percibe la pasión desbordada que se siente cuando el amor nos sobrepasa, así como la impaciencia del deseo, la sensualidad de un cuerpo que reposa, la cotidianidad, la evocación y la posibilidad de percibir olores a través de las palabras; esa sensación que un día se convertirá en un abismo cuando la persona amada decida irse; emociones que describirán lo impalpable, por eso te presentamos los siguientes seis poemas-mujeres, como alguna vez escribió Galeano “Tengo una mujer atravesada entre los párpados. / Si pudiera, le diría que se vaya; / pero tengo una mujer atravesada en la garganta”.
Recuerdas ese tiempo.
Recuerdas el mar.
Recuerdas el sol ponerse en mi nuca, “domingueando” en el sofá.
Recuerdas mis bostezos, mis manías, darle siempre tres toques al cajón de la mesilla.
Recuerdas mi olor a café,
los restos de mi tabaco fresco,
el sudor que provocabas,
de un vicio que no curabas.
Recuerdas,
mientras yo no olvido.
Intentando de nuevo volver a ser aquella figura
que de noche se fundía entre las sábanas de tus sueños,
y de día buscaba los finales más sensatos,
a esta historia
de idas y venidas.
No puedo olvidar.
Tan sólo crecer.
Beber algún trago
para no saciar mi sed.
Curar el recuerdo
y sonreír,
cuando años después,
te (re) corres de su mano,
Madrid.
—
Lo siento, no puedo.
Ya no cuento las lunas que me separan de una cura.
Cuento el daño,
cuento la miel, cuento los besos de traición de una boca deshecha por la sed.
Cuento las marcas del perdón en tus rodillas,
las del dolor en mis nudillos.
Siento la impotencia en mis principios,
la impaciencia de mi lengua,
el peso de tus muslos sobre mi cuello,
el alivio de tu sexo en tiempos de guerra.
Lo siento, no puedo.
No puedo amarte y callar.
No puedo follarte y olvidar.
Puedo dejarte marchar,
como lo haces cada día.
Y dejarte entrar,
como lo haces,
precisamente,
para que no te olvide.
Y así es como mi pez no se muerde la cola.
El mío
se ha engullido el corazón.
—
Justo en ese punto medio en el que tu soledad y mis ansias de verte libran su particular batalla.
Justo ahí,
donde tus caderas gritan mi nombre,
y tu razón ahoga su eco.
—
La distancia son las cuatro paredes de un cuarto macabro que van aplastando aquella seguridad que de la mano, nos hizo cruzar su umbral.
Un cuarto en el que creamos un vórtice espacial exento de reglas,
carente de lógica,
repleto de espasmos.
Nos sentíamos gigantes capaces de desafiar las leyes de los pesimistas, capaces de cruzar todo un país por un “te quiero” y un “lo sé”.
Pero los gusanos se comieron el agujero.
Ya no hay alas, ni deseos de teletransportación.
Ya no hay relatos, ni sexo con conexión.
Y por desgracia,
las lágrimas
ya no cuentan como combustible.
—
¿Existe algo más verdadero que verte esas frías mañanas de invierno en las que el sol llama a tu ventana en busca de un poco de consuelo?
Él busca consuelo,
mientras que a mí me viola sin piedad la inspiración…
Mis palabras se me mueren de amor,
se callan por no inventarse,
inspiran tu mirada,
expiran mi pasión,
desafían cualquier ápice de odio o dolor.
Mis ojos tiemblan,
buscan un apoyo,
y se quedan anclados al saliente hueso de tu hombro.
—Será lo primero que me coma, me dije.
Lo peor estaba en mis manos.
Sudorosas.
Temblorosas.
Dieciseisañeras, pa’que me entiendas.
Las sentía vacías,
llenas de ganas de ti,
de tu pelo de un hermoso huerto,
de tus mejillas consteladas
que formaban apasionantes universos en los que desembarcar una vez llegada la noche.
De tus pechos salientes en un tímido prado.
Para resumir,
él brilla todo el año,
así que vuelve a la cama,
que el invierno es largo
y en este colchón
ya empiezan a caer los primeros copos de nieve.
—
No lo había tenido fácil.
De pequeña caminaba por la vida esperando que cualquier día esta le diese un vuelco.
Tenía la cara de aquella niña inocente a la que sorprendías soplando un simple diente de león.
Una cara despoblada de cicatrices, unos ojos llenos de ilusión.
Pero a veces la vida está para ponerte a prueba.
Para decidir si eres de las que lucharán por sobrevivir,
o bien de las que dejará que los acontecimientos marquen una existencia triste y desganada.
Entonces la vida un día decidió cruzarle la cara,
extirparle de cuajo las ganas de existir,
borrar de su día a día la forma física de quien te ama sin pedir nada a cambio.
Pero sobrevivió,
y al día de hoy,
veo en su cara la ilusión por vivir,
la ilusión por no olvidar.
Al día de hoy,
la erosión había manchado su piel,
disfrazando el dolor en belleza,
y lo que en su cara,
otros ven como manchas,
yo,
veo lágrimas muertas,
veo cicatrices del alma.
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Para concoer más del proyecto visita:
http://www.socramphotophobia.com
@socramphotophobia
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Muchos artistas tienden a expresarse a través de lo corporal y si esto también te atrae, descubre las fotografías de la fascinación por la piel y el olor a deseo. Además, te encantará el poema “No, no deseo tu cuerpo, porque ya lo adoro y lo admiro”, quizá así te atrevas a dedicárselo a esa persona especial.