A veces hace falta una visión distinta del mundo para conocer todo nuestro potencial. Decirle al que nos dejó que se muera, que se pudra, que nosotros por fín estamos bien sin él. Hace falta hablarle a todos de nuestro renacer, de nuestras nuevas posibilidades. Porque nos hemos dado cuenta de que solos estamos mejor, nadie nos arrastra al precipicio, nadie nos detiene, decidimos por nosotros y lo hacemos bien.
Dentro de mí, José Martí
Dentro de mí hay un león enfrenado:
De mi corazón he labrado sus riendas:
Tú me lo rompiste: cuando lo vi roto
Me pareció bien enfrenar a la fiera.
Antes, cual la llama que en la estera prende,
Mi cólera ardía, lucía y se apagaba:
Como del león generoso en la selva
La fiebre se enciende; lo ciega y se calma.
Pero, ya no puedes: las riendas le he puesto
Y al juicio he subido en el león a caballo:
La furia del juicio es tenaz: ya no puedes.
Dentro de mí hay un león enfrenado.
Descuartízame, Byron Espinoza
Descuartízame
y luego
almacena mis restos
en la bodega de tus párpados
para que
así
recuerdes tu flagelo
y te duelan más que a mí
los cuchillos del sexo.
El final de una relación puede ser lo más dolorosamente inevitable que ocurra en nuestras vidas. Nuestro corazón está más herido que nunca, las ganas de superar nos hacen caer en un profundo vacío que nos vuelve melancólicos y desastrosamente tristes. El amor parece haber acabado para uno de los dos y saber eso, suele ser un duro golpe del cual recuperarse.
Lo que no fue, Luis Raúl Calvo
Ahora, que hemos descubierto
en palabras el origen del silencio,
nuestras almas permanecerán
quietas en el horizonte.
Ya no habrá lugar para la duda
ni miraremos con los mismos ojos
la eternidad de la luz.
El vacío cubrirá las anchas veredas
con su obscuro manto de junio
y dejaremos partir mansamente
las cenizas de aquello que no fue.
Acaso, por los fríos designios
de la razón, saludaremos su vertiginoso
paso hacia el abismo.
Sólo los ángeles nos salvan.
Amiga, mi larario está vacío, Amado Nervo
Amiga, mi larario esta vacío:
desde que el fuego del hogar no arde,
nuestros dioses huyeron ante el frío;
hoy preside en sus tronos el hastío
las nupcias del silencio y de la tarde.
El tiempo destructor no en vano pasa;
los aleros del patio están en ruinas;
ya no forman allí su leve casa,
con paredes convexas de argamasa
y tapiz del plumón, las golondrinas.
¡Qué silencio el del piano! Su gemido
ya no vibra en los ámbitos desiertos;
los nocturnos y scherzos han huido…
¡Pobre jaula sin aves! ¡Pobre nido!
¡Misterioso ataúd de trinos muertos!
¡Ah, si vieras tu huerto! Ya no hay rosas,
ni lirios, ni libélulas de seda,
ni cocuyos de luz, ni mariposas…
Tiemblan las ramas del rosal, medrosas;
el viento sopla, la hojarasca rueda.
Amiga, tu mansión está desierta;
el musgo verdinegro que decora
los dinteles ruinosos de la puerta,
parece una inscripción que dice: ¡Muerta!
El cierzo pasa, y suspirando: ¡Llora!
Nos cuesta superarlo como ninguna otra cosa. Nos quedamos sin nuestra mitad, sin esa persona que se convirtió en nuestro complemento y el apoyo para los malos momentos. Ya no hay a quién recurrir, con quién reír y una persona que nos conozca a la perfección. Se ha muerto, ha desaparecido de nuestra vida, ya no está, ya no hay nada en su lugar.
Despedida, Jorge Luis Borges
Entre mi amor y yo han de levantarse
trescientas noches como trescientas paredes
y el mar será una magia entre nosotros.
No habrá sino recuerdos.
Oh tardes merecidas por la pena,
noches esperanzadas de mirarte,
campos de mi camino, firmamento
que estoy viendo y perdiendo…
Definitiva como un mármol
entristecerá tu ausencia otras tardes.
Fue, Corina Bruni
¿Fue verdad o mentira?
¿Fue realidad
o fue tan sólo un sueño?
¿Fue un sentimiento vago
,
indefinible?
¿O fue un amor profundo?
No sabría decirlo
,
pero fue.
Tú, que nunca serás, Alfonsina Storni
Sábado fue, y capricho el beso dado,
capricho de varón, audaz y fino,
mas fue dulce el capricho masculino
a este mi corazón, lobezno alado.
No es que crea, no creo, si inclinado
sobre mis manos te sentí divino,
y me embriagué. Comprendo que este vino
no es para mí, mas juega y rueda el dado.
Yo soy esa mujer que vive alerta,
tú el tremendo varón que se despierta
en un torrente que se ensancha en río,
y más se encrespa mientras corre y poda.
Ah, me resisto, más me tiene toda,
tú, que nunca serás del todo mío.
Pero el tiempo es el mejor cicatrizante. Pronto nos damos cuenta que la vida no ha acabado, que somos más fuertes, independientes y felices que cuando estábamos con esa persona que se decía nuestro complemento perfecto. Ahora somos plenos y estamos listos para luchar contra el mundo solos pero llenos de fuerza.
Un amor más allá del amor, Roberto Juarroz
Un amor más allá del amor,
por encima del rito del vínculo,
más allá del juego siniestro
de la soledad y de la compañía.
Un amor que no necesite regreso,
pero tampoco partida.
Un amor no sometido
a los fogonazos de ir y de volver,
de estar despiertos o dormidos,
de llamar o callar.
Un amor para estar juntos
o para no estarlo
pero también para todas las posiciones
intermedias.
Un amor como abrir los ojos.
Y quizá también como cerrarlos.
Después de todo, Jaime Sabines
Después de todo -pero después de todo-
sólo se trata de acostarse juntos,
se trata de la carne,
de los cuerpos desnudos,
lámpara de la muerte en el mundo.
Gloria degollada, sobreviviente
del tiempo sordomudo,
mezquina paga de los que mueren juntos.
A la miseria del placer, eternidad,
condenaste la búsqueda, al injusto
fracaso encadenaste sed,
clavaste el corazón a un muro.
Se trata de mi cuerpo al que bendigo,
contra el que lucho,
el que ha de darme todo
en un silencio robusto
y el que se muere y mata a menudo.
Soledad, márcame con tu pie desnudo,
aprieta mi corazón como las uvas
y lléname la boca con su licor maduro.
Y tal vez en algún punto nos demos cuenta de lo mucho que valió ese amor, probablemente el gran primer amor y recordemos con nostalgia su presencia, pero esa ausencia, por ahora, es lo mejor que pudo pasarnos.
El primer amor, Elías Nandino
El azul es el verde que aleja
-verde color que mi trigal tenía-;
azul… de un verde, preso en lejanía,
del que apenas su huella se despeja.
Celeste inmensidad, donde mi queja
tiende su mudo velo noche y día,
para buscar el verde que tenía,
verde en azul… allá donde se aleja…
Mi angustia, en horizonte liberada,
entreabre la infinita transparencia
para traer mi verde a la mirada.
Y en el azul que esconde la evidencia:
yo descubro tu faz inolvidada
y sufro la presencia de tu ausencia.
Ahora tal vez quieras saber cómo encontrar el amor incluso en los peores momentos o qué recuerdos de tu ex sería bueno conservar.
***
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