¿Sabes qué pasaría si al menos por un día pensaras en todos los demás antes que en ti? A continuación te compartimos “¿Qué puedo explicar yo?”, un texto sobre la empatía y la solidaridad escrito por Raquel Origel.
¿QUÉ PUEDO EXPLICAR YO?
Me tocó ver cómo un hombre afuera de mi edificio chocó sin querer con otro hombre bajito, todo fue porque venía distraído con el celular mientras caminaba. Se hizo para atrás, creo que para ver la situación de lejos, no sé, no entendí… Pero inmediatamente después de ver al hombre bajito, comenzó a empujarlo y a insultar hasta dejarlo tirado en el piso en la entrada a mi casa. El hombre con el que se había cruzado, mismo al que tiró al piso a empujones e insultos, era una persona que vive en situación de calle muy cerquita de mi casa. En realidad, yo no entendía por qué si había chocado, se lo había agarrado a empujones y gritos. Inmediatamente, Charly (que trabaja en los taquitos de canasta del edificio, a quien alguna vez una de mis vecinas le dijo: “pinche taquero naco” ) y Lalo (que vende accesorios de celular a un par de pasos de los tacos) hicieron para atrás al hombre y le pidieron alejarse, y ayudaron al otro hombre a levantase. Me siento inútil por no poder hacer más por miedo.
En otra ocasión, fui a comer con varios amigos a un restaurante muy lindo, bastante “nice”, de esos donde te sientes raro si vas en tenis un domingo por la mañana. Pedimos de comer, pasaron alrededor de 40 minutos para que la comida llegara, y algo de lo que pidió uno de nosotros no era lo que esperaba, después de la larga espera, con hambre… Mi amigo comenzó a insultar al mesero (quien probablemente no era responsable de lo que sucedía), diciendo cosas como “por eso eres mesero”. Me molesté, le ofrecí una disculpa al mesero, ahora yo fui quien le pidió a este “amigo” no faltar al respeto a nadie en mi presencia. Me siento avergonzada. Soy afortunada de ser amiga y familiar de varias personas de la comunidad LGBT+. Y por apoyar su causa, por apoyar la diversidad y el respeto a los derechos humanos, hay gente que ha llegado a agredirme. No quiero imaginar lo que muchos de esos grandes amigos han tenido que vivir por expresar sus preferencias. Me siento encabronada, porque nadie tiene derecho a juzgar las preferencias de otros, siempre y cuando no se lastimen a sí mismos o a los demás.
En otras ocasiones, me ha tocado facilitar talleres o colaborar en algún lugar donde encuentro gente con alguna discapacidad. En un principio estaba muy nerviosa, porque pensé que no lograría cumplir con sus expectativas, porque pensé que no sabría controlar alguna situación o que con mi lenguaje lastimaría sin querer a alguien hablando de temas muy comunes para mí. He visto a amigos, compañeros o gente cercana “ignorar” la condición de otros, y estaba muy nerviosa de que sucediera algo así conmigo. “Omitir” la participación de alguien por una situación de discapacidad era un tema que no podía permitirme a mí misma. Fui franca con mi poco conocimiento del tema, pedí ayuda y salió algo padrísimo, donde tuve la oportunidad de aprender mucho más. Hoy en día soy amiga de seres humanos maravillosos que me comparten su visión maravillosa del mundo. Me siento frustrada cuando veo el poco esfuerzo que hacemos por incluir la discapacidad, veo a los increíbles seres humanos que nos perdemos.
Creo que como estos… podría seguirme con muchos otros ejemplos de lo cruel que podemos ser los seres humanos, pero también de las muchas oportunidades que nos presenta la vida para aprender, cambiar, ser mejores. ¿Crees que eres más que alguien?, ¿crees que tener más estudios, más dinero o más poder te hacen superior? Si es así, ¿bajo qué circunstancias? Desafortunadamente, el “ser humano” tiene sed de poder, en más de una ocasión ha habido gente brincando la autoridad de otro porque conoce al dueño, porque tiene dinero, porque puede. Cuando soy la del poder está chido, cuando no soy la del poder es injusto. ¿Qué pasa si en vez de vernos de arriba a abajo nos vemos a los ojos en un mismo nivel, donde las miradas ven más allá de la persona en situación de calle, del alto ejecutivo, del mesero, de la mujer y hombre, del trans, del buga, del hetero, de la lesbiana, gay, licenciado, maestro, doctor, sordo, ciego, indígena, católico, budista, norteño, gringo, niño, adulto, inmaduro, enfermo, soltera, viuda, casado, divorciado, abuelito, migrante…? ¿Qué pasaría si en tu labor diaria pensaras en todos por igual?
**
La revista Psychological Science publicó cuatro pasos para ser feliz según la neurociencia, síguelos y comienza hoy mismo a aplicarlos en tu vida cotidiana. ¿Crees que requieres de la aceptación, una pareja perfecta, fama y fortuna para vivir plenamente? Piénsalo dos veces después de leer las cosas que no necesitas para ser feliz.
**
¿Cuántos consejos has escuchado a lo largo de tu vida? Si quieres compartirlos, envíanos un texto de prueba de 400 palabras a colaboradores@culturacolectiva.com y conviértete en colaborador.