Aquel triste medio día
Estuve muy enamorada…
Hasta que algo irremediable ocurrió
Y mi confianza se fragmentó
Tanto o más que mi sentimiento.
Antes mi deseo era fuego
Con los ojos brillantes
Y llenos de reflejos rojos.
Mis labios sólo pronunciaban tu nombre:
¡Las palabras de mis grandes latidos!
Mi mente era continua poesía,
La que de tu mirada se creaba.
Siempre quise creer que a lo mejor un poco me quisiste…
Que tal vez un poco fui tuya, desnuda, dentro de mi sexo,
Dentro de mi boca.
Dentro. Muy dentro de nosotros
En esa parte invisible,
Donde se encuentra un gemido:
La culminación de lo inefable.
Mi cuerpo era tu cuerpo
Y mi alma se besaba contigo,
Cuando te abrazaba…
Sólo Dios entendía, que el amor existe.
Pero el aire se cargó de muerte
Aquel medio día.
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Sobre una roca oscura
Derrotada en una atmósfera turbia.
Perpleja de dolor
Entre burbujas de oxígeno alrededor,
Floto en la vida.
***
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Las fotografías que acompañan el texto pertenecen al artista Steve Richard