Después de una decepción amorosa buscamos todo tipo de mecanismos de defensa para protegernos del dolor. Cambiamos hábitos, nos encerramos en placeres pasajeros, escondemos la decepción tras la máscara de alegrías efímeras y, por supuesto, escribimos. En el siguiente poema de Renata Tapia, el Yo poético añora ser alguien que no es, alguien que no se inmute ante el desamor.
QUISIERA SER BIEN PUTA
Quisiera ser bien puta
y que tú fueras bien pendejo.
Quisiera que no me doliera
o me dolieras.
Quisiera odiarte y darme el lujo de no hacerlo, porque las putas no odian,
las putas gozan, las putas ríen, se divierten, no hay putas tristes.
Tampoco hay putas despechadas,
quizás ese fue su principio,
pero una vez puta,
no hay despecho que valga.
Pero sí, sí quisiera ser bien puta.
Pero una bien hija de la chingada.
Para estar contigo toda la noche y recorrerte todas las grietas,
todas las fallas,
jugar con tus cóncavos y convexos y luego
bailar.
Quisiera contarte los puntos, las diéresis, las entrañas, las siluetas,
volver a enredarte las piernas
y mirar cómo se desorbitan tus ojos.
Quisiera arañarte la espalda,
liberarte el cerebro y luego los dedos,
separar tus pestañas y comérmelas todas, lamerte completa la cara y luego devorar tu corazón.
Y después,
quisiera no sentir nada
para poder mandarte a la chingada y olvidarme de los besos
antes de dormir,
de extrañar tu mirada perdida,
tu descuidado andar y
tus estúpidas ganas de tener siempre la razón.
Sí, sí quisiera ser bien puta.
Para estar contigo y después no.
Para estar con alguien más y después no.
Para sentir tu perfecta cavidad y luego la de otros,
y encontrarme con la sorpresa
de que únicamente logro anular los límites de tu conciencia.
Pero sí, quisiera poder odiarte y darme el lujo de no hacerlo,
porque las putas no odian,
las putas sólo gozan porque no sienten tristeza, no lloran porque no hay putas tristes, Márquez se equivoca como me he equivocado yo al decidir ser todo menos puta.
Al decidir ser musa,
ser paciente, ser creación.
Al decidir ser frágil, ser dulce, ser etérea.
Al decidir ser dócil, ser melancolía, ser despedida, ser adiós.
Al decidir callarme, al decidir tus vidrios, tus laderas, tus rosales.
Al elegir quererte, sentir todo y no olvidar nada. Al elegir tus minas, tus anzuelos y tus playas.
Al elegir quedarme,
sin ser puta
y menos hija de la chingada.
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Escribir y leer poesía es una forma de sanar el alma. Si quieres leer más poemas de amor y desamor, te invitamos a que conozcas a los autores de los poemas para los que se resisten a superar las decepciones y los poemas para los que no quieren olvidar.