Ahí está la gran Janis Joplin sobre el escenario. Los reflectores apuntan a ella y se reflejan en sus lentes redondos de color azul. Su vestido se contonea al ritmo de sus palmas y el público se entrega a su magia. Su cabello alborotado enmarca un rostro singular, alegre, pero al mismo tiempo triste. Es una mujer adelantada a su época: rebelde, expresiva y explosiva en un mundo machista. De su garganta emerge una letra mordaz que nos habla de un mundo artístico plagado de hombres y con escasas oportunidades para que las mujeres desplieguen su magia: Women is losers, Women is losers, oh/Say honey women is losers/Well, I know you must try, Lord/And everywhere/Men almost seem to end up on top/ Oh, if they told you they want you/Say come around by your door/Whoa I say now, if they don’t desert you, They’ll leave you and never be here for more/Oh yeah!
Si ella hubiera vivido en el siglo XVI, sin duda hubiera sido motivo de inspiración para uno de los dramaturgos más célebres del mundo y quien hizo de la mujer pieza fundamental de sus historias. Nos referimos a William Shakespeare, quien junto a Miguel de Cervantes Saavedra, autor del Quijote, es considerado el literato más célebre del mundo. Su obra está plagada de apologías al rol de la mujer que se refleja en los siguientes datos que demuestran el carácter feminista del inglés:
Carácter por encima de números
Hay siete veces más personajes masculinos que femeninos en las obras de Shakespeare. Sin embargo, las mujeres en sus obras se distinguen por un carácter lleno de coraje, inteligencia, ambición, osadía y orgullo; lo cual, muchas veces las hace ser mucho más fuertes que los personajes masculinos. Por ejemplo, Lady Macbeth se distingue por ser una mujer valiente y arriesgada, al sortear todas las dificultades que se le presentan en la obra que se titula como su nombre.
Él siempre las tuvo en cuenta
Hasta cincuenta años después de la muerte del dramaturgo inglés, las mujeres pudieron representar los roles femeninos que escribió para sus obras (antes se encargaban de ello los hombres). Debido a la fuerte represión que existía, las mujeres no tenían permitido subir a un escenario, pero Shakespeare siempre las incorporó a sus historias como parte importante de las tramas. Sabía muy bien lo que valían. Fue en 1660, cuando el rey Carlos II de Inglaterra decretó que ellas podían ser partícipes de puestas en escena. Así dio a dos compañías de teatro las concesiones para incluir actrices en su reparto. El primer personaje femenino en ser interpretado por una dama fue Desdémona en la obra “Otelo”.
Igualdad entre roles
Para Shakespeare, las relaciones entre hombres y mujeres eran igualitarias. Todos tenían los mismos derechos, habilidades y oportunidades de destacar. Recordemos el caso de la pareja más famosa de la literatura: Romeo y Julieta. El tórrido amor que se profesaron estaba basado en una igualdad de roles en los que ninguno trataba de someter al otro. Ella jamás se vio como una mujer que temiera ponerle cara a las adversidades con tal de estar con su amado.
Shakespeare estuvo rodeado de mujeres
Antes de concebirlo, su madre, Mary Arden, ya había perdido a dos hijas, por lo que William se convirtió en el centro de su atención: lo educó, lo enseñó a leer e incluso tal vez haya sido ella quien le inculcó el gusto por las artes y, en específico, la literatura. Para los historiadores y sus biógrafos, llama la atención un personaje al que Shakespeare se refiere como Dark Lady y a quien le dedicó varios sonetos. Los expertos coinciden en que tal vez esta dama oscura se trate de Emilia Lanier, poetisa que se encargó de escribir varios textos sobre la liberación sexual femenina, en una época en la que las mujeres vivían reprimidas.
Mujeres valientes y adelantadas a su tiempo
Dotó a sus personajes femeninos de una personalidad independiente, fuerte y de libre pensamiento. Como ejemplos podemos mencionar a la reina Titania de “Sueño de una noche de verano” (1595), Katherine de “La fierecilla domada” (1594), Rosalinda de “Como gusten” (1599), Portia de “El mercader de Venecia” (1596-1598), Desdémona de “Otelo” (1603). Sobre Rosalinda, cabe destacar que es el personaje femenino con el mayor número de líneas en toda la obra de Shakespeare: 685.
Su obra atemporal nos sigue hechizando en la actualidad. No hay teatro profesional, amateur o escolar que no tenga una obra del genio inglés entre su repertorio, para hacernos descubrir las pasiones humanas y el carácter lleno de energía y coraje de una mujer. Las 36 obras de teatro escritas por Shakespeare son muestra clara de ello.
Sin embargo, éste no es el único escritor que nos enseña el drama de la existencia. No todo es Shakespeare: autores que debemos leer para entender que la vida está llena de drama.
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Fuente:
BBC
Galicia digital