¿Qué haré el día que te vayas? ¿Cómo podré seguir en esta vida sabiendo que me has abandonado?
Cuando uno emprende la aventura de un amor, debería considerar que en algún momento, ésta debe acabar. Deberíamos darnos un tiempo para aceptar esta verdad antes de emprender algún idilio con quién sea. Si aceptamos, estaremos preparados…
No. La verdad es que nunca se está preparado, y a pesar de que siempre conocemos los riesgos, siempre cedemos ante la calidez de un corazón.Definitivamente tengo miedo de ya no escucharte al llegar a casa. Casi no conversas conmigo pero tus ojos responden mis inquietudes, mi estrés y mis tristezas. No importa cuánto te pueda abandonar, tú siempre estás ahí recibiéndome con alegría. Incluso las madrugadas en las que he interrumpido tu sueño.Entre más pienso en tu despedida, más recuerdo el día en que todo inició. Todo indicaba que tu destino estaba marcado para vivir en otro hogar, en otra vida. Sin embargo, la vida siempre nos recuerda su carácter impredecible y te puso conmigo. Llenaste tardes de soledad y Baudelaire con pequeños juegos. Me invadió tu ternura y tu inocencia, tu fragilidad. Quizás en ese momento no lo vi, pero de alguna manera tú y yo éramos igual de pequeños y, quién lo iba a pensar, han pasado cuatro años. Hemos crecido juntos. Me has visto en mis peores momentos, en absolutamente todos, pero no me verás el día que te vayas, y en verdad ese día me vas a hacer falta.Trato de hacerme a la idea de que es probable que pronto decidas escapar de este infierno (un punto más a tu favor: me has hecho resistir este infierno). No te culpo, la verdad es que la vida que hemos llevado ha sido dura y no parece que todo vaya a solucionarse. Parece que mi “sino” también te marcó a ti y por eso tendrá algo positivo tu partida… Qué idioteces digo. Son sólo palabras baratas con las que intento distraerme, con las que intento aceptar tu partida como el inevitable final. Mas no puedo. El espejo no logra articular las verdades que me hacen ser lo que soy. Me has puesto cursi, muy cursi. Aunque no sería la primera vez.En estos momentos, lárgate. Que no sea mañana, ni en unos minutos, ni en unas horas. Vete en este momento porque justo ahora podría soportar el golpe. Después puede ser que los recuerdos me ganen. Si tienes que irte, si es parte del destino de la vida o de lo que sea, vete de una vez. No dejes que corra más el tiempo. No alimentes los recuerdos.
Imagen de Pavel Tereshkovets