A continuación se comparte un poema escrito por la joven autora Irma Herros, quien hace uso de sus recursos literarios para construir un verdadero y sentido homenaje a la ausencia, con referentes amorosos muy puros y sublimes.
Breve tributo a María…
Ella tenía la sonrisa entumida y la mirada risueña…
Manos que hacían magia, pies que no bailaban ni media melodía.
Su jardín era una huerta de remedios y flores,
su cocina, un comedor abierto para cualquier visita.
Caminaba como volando sobre las piedras;
ágil, ligera, dueña de toda la gracia, gentil para con cualquiera.
Su cabello dibujaba olas, su piel estaba llena de estrellas negras.
Ella tenía uñas aperladas y voz que propagaba paciencia.
Su garganta desafinaba al compás de la trova
y siempre recorría la cortina para mirar hacia afuera.
Su cama era el único lugar donde los monstruos no subían,
sus brazos, un refugio para mí, y para mis compañeros de vida.
¿Quién frenó los años de María?
Tal vez me falte su regazo, pero me sobra conciencia para pensar en ella;
en sus consejos, en su forma de hacer paz y evitar la guerra.
Te extraño hace más de siete años, te amo como el primer día.
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Las imágenes que acompañan al texto pertenecen a Andrew Wilson.
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