El siguiente cuento erótico hará que fantasees un poco; continúa leyendo…
Ahora camina semidesnuda a través de la habitación, extasiada por una deliciosa faena, exhausta de tanto sexo: sudaba y gritaba; gemía de placer. Su corazón acelerando, la pasión que la bañaba en morbo, un ritmo poco logrado, una cadera con movimientos circulares fingiendo rebotar, subía y bajaba, gritaba, casi lloraba; los ojos cerrados como si pudiera ver de fuera el espectáculo femenino que ante un solo espectador presentaba. Mordía de vez en cuando sus húmedos labios —que no fueron los únicos en mostrar su humedad—, con su lengua rosada y provocativa besaba como si nunca fuera a besar de nuevo; sentía sus senos al ritmo de su corazón, soportando el peso causado por la gravedad, el deseo deslizándose por su cuello, el cabello en una cola de caballo despeinada. De nuevo, un par de gemidos seguidos y una respiración ahogada mostrando el indicio de un orgasmo cercano: sus piernas temblorosas, sus manos fuertes, su abdomen pujante, su espalda bañada en sudor, el olor a sexo la excitaba aún más, en su rostro un gesto de dolor, sus pupilas dilatadas, su fuerza, su rapidez, su movimiento, una punzada que le inspiró múltiples gemidos y un grito que los siguió.
Su grito aún excitando mis pensamientos, ese grito que la detuvo, y su éxtasis, ya eran parte del pasado, unos besos acompañaron la calma por la que pasaba en ese momento, algunas caricias para recordar la humedad de su cuerpo, los ojos cerrados, tal vez mirando lo que sigue después del clímax; su cuerpo desnudo recostado a medio cubrir por la sabanas que fueron testigo del máximo momento de Margarita, con las piernas un poco abiertas, los brazos extendidos reclamando la comodidad que merece después de lograr su momento, el momento que me enamora, el momento que desespera a mis ojos abiertos, soñando a cada momento en que ha sido mía; su respiración ahora más pausada.
Su perfección cumplía con la fantasía de cualquier pintor, la imagen de sus ojos cerrados ahora soñando, con un seno descubierto, sus piernas dejando ver lo prohibido: una gran pintura. La belleza con tintes de amor desnudo, el resultado de una estampida de sexos y orgasmos mojados de placer y sudor…
Ahora camina. Tirados en el suelo junto a un par de zapatos su blusa, su pantalón sobre el sillón que tiene al lado mi camisa, el orden presentaba justo lo que había sucedido, una habitación con un par de fichas pegadas en el techo mostrando los instrumentos de alguna clásica banda, siendo escenario de lo pleno, de lo satisfactorio, de lo justo, acompañado del pecado que sabe a cielo, una combinación de besos y sudor mojando su belleza.
Un amor erótico, un deseo enfermo, una pasión sincronizada. Se humedecen mis labios al recordar sus besos, mis pupilas la desean, mi piel se eriza con el tono de sus gemidos en mi pensamiento.
Cerrando el último botón de su camisa, cubriendo lo que fue un huracán de morbo y placer, se despide dejándome un cariño jodido y exhausto; dejándome un absurdo sabor a Margarita.
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El placer se vive de diferentes maneras, los cuentos y la poesía también sirven para excitar nuestros sentidos, por esa razón te compartimos algunos Poemas eróticos que harán temblar tus piernas.