Hay adioses que no se anuncian, que no se enuncian; hay adioses que simplemente nacen para no morir nunca...
Para comenzar, voy a deletrear tu nombre,
despacio y con dulzura
de tal manera que te vuelvas loco,
para que de repente pierdas el control
y tus modales queden de lado.
Poco a poco te diré de manera sutil que te quiero,
mis brazos estallarán al rozarte
y mis piernas serán columnas fuertes para no desvariar.
Los dedos de mis pies serán traviesos,
los hombros serán armas de seducción
y sin más, te acelerarás contra mí,
querrás regresar a ese momento;
suspenderé el tiempo para congelar cada movimiento,
la luz se extinguirá
y sentirás un cosquilleo familiar.
Sin duda, no sabrás cómo reaccionar;
me preguntarás a dónde voy:
te diré cosas sin sentido
pero estarás en el éxtasis,
susurrarás que quieres volver...
pero todo debe finalizar
y para acabar te dejaré ir para que no regreses.
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El amor nos puede volver locos cuando las emociones se desbordan y ya no somos capaces de contenerlas, conoce la historia del hombre que causó que dos poetas se quitaran la vida por su amor.
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Las fotografías que acompañan al texto pertenecen a Henar Bengale.