Si sigo escribiendo es sólo porque sé que aún me lees

Si sigo escribiendo es sólo porque sé que aún me lees

Si sigo escribiendo es sólo porque sé que aún me lees

Todos tenemos a alguien que nos inspira, a quien le dedicamos nuestras palabras más intensas o aquellas que no podemos decir en voz alta. A veces la mejor forma de expresarse es a través de la Literatura. El siguiente texto nos habla de la existencia de un amor que nunca terminó, que sobrevive entre las palabras de la autora.

 

TE ESCRIBO PORQUE SÉ QUE AÚN ME LEES

 

Escribo porque es la única forma en que me existes, en la que sigues viviendo atontado y encerrado en alguna de las esquinas de mi cuarto, donde te enfadas solitario y bebes aguardiente porque te sientes acechado.

 

Escribo porque así no desapareces, existes en mi memoria, en mis letras y en mi mente. Eras, y seguro aún lo eres, la perfecta combinación de menta, café y tabaco, y te respiro y te redacto, una palabra tras otra como si ellas se salieran del papel y comenzaran a delinear tu forma, porque conocen esa forma, la distancia entre el pelo oscuro y la barbilla que me duelen en el alma con su perfecta simetría.

 

Te escribo casi todos los días, como si fuera una vil loca, porque si no lo saco, si no lo plasmo se clava, me rompe y me agota. Me pregunto si mis palabras aún te rozan, te rodean mientras caminas, te susurran. O si te encuentran cuando estás sentado frente a la pantalla mirando nada y a un lado un café americano mal endulzado.

 

A veces tecleo de prisa, otras dibujo contornos y me acabo las servilletas con versos flojos salidos de lo más podrido de mi memoria, todo para adornarlos y que se adapten a ti. Y te redacto en cada letra, en cada relieve y revives, estás cerca, porque en mis palabras no existe la distancia, ni los argumentos, existes tú y tú y tu maldito cabello.

 

Escribo porque he de perder la razón si un día niego que existes, que vives en mis palabras y tienes el alquiler pagado por años en mi inspiración. Y otros me miran y preguntan: “¿a quién le escribes?, ¿quién posee tus textos más tristes?”. ¿A quién le reclamo la mirada perdida y los dedos manchados de tinta?

 

Te escribo, y nos hacemos los fuertes porque somos pasado, sólo existimos en las letras que alguna vez se consumaron. Somos un viejo libro de Historia empolvado, lastimados y borrachos, porque ya no existen más vicios que nos llenen el alma, luego de habérnosla robado.

 

Te redacto porque desde mis letras eres un mejor humano, te invento cualidades y le agrego finales menos amargos y así somos algo. ¿Qué culpa tienen otros del hueco en el pecho que me cargo? De forzarlos a que me miren de cierta forma y que siempre crucen los brazos. De pedirles por favor que mejor no me quieran tanto. A ver si funciona, a ver si así les amo.

 

También te escribo porque he encontrado más almas perdidas que me leen, que se identifican, me contestan y se enojan y me piden que siga; que les cuente cómo hice para dejarnos y encerrarme en un puñado de letras y no morirme y seguir, todo para vivir esta paradoja una y otra vez de no poder regresar y no poder avanzar, sólo escribir.

 

Pero te escribo principalmente porque sé que aún me lees.

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Escribir y leer poesía es una forma de sanar el alma. Si quieres leer más poemas de amor y desamor, te invitamos a que conozcas a los autores de los poemas para los que se resisten a superar las decepciones y los poemas para los que no quieren olvidar.

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