Orlando Leoni nos concede otro de sus poemas, cuyo tono desmitifica la melancolía amorosa.
A merced de la noche y del fluir de los días
el tiempo descubre tu cuerpo
rinde tu ropa al contexto
con su olor a ruda en rama
y acaece el florido estupor de un sinfín de pasiones.
Entonces intuyo el vacío
cual si fueras de arena que se derrama
al partirse un reloj en la orilla.
Y mi pesar se vislumbra en el denso palmar de tus labios
tu peregrinar esquivo en mis manos y en mis adverbios
tejidos con luz en la aurora distante
por encima tu velo
y por los aires un río.
Te siembro bajo mi sombra con el deseo intacto
sin quemaduras fugaces ni álgidos truenos
porque así es el furor cuando el pulso tiembla
y así es este poema, de nuevo tuyo,
pero que no lleva ni tu nombre
ni ningún otro.
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Las imágenes que acompañan al texto son propiedad de Zach McCaffree.
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