Tengo un ángel y un diablo,
tengo sed y la cruda se acumula,
a tal precio las arrugas son difusas
y la vida se vuelve un poco mosca.
Un ser ayuna…
La nariz huele y es postura
las orejas vagan con el viento…
Los ojos; lagañas de agua nula.
Y mientras me concentro en el polvo que remueve a la locura,
mi ser presente deviene lluvia,
pues no hay acotación más vívida que ver e inhalar el sol que con paciencia ilumina
a este ente de voz confusa.
Pues, pues, pues y las palabras se acumulan.
Quisiera hacer música y no tener a la palabra como medio
y no ofender a las almas que, como yo, tienen a la vida agarrada del pescuezo.
La fotografía que acompaña esta publicación fue tomada por el autor del poema.