Una prefiguración del presente y una proyección del futuro. La incertidumbre de quien observa, espera y se recluye en su paciente monólogo interno como un reflejo de lo poético. El triángulo como una posibilidad o un campo de acción de las aspiraciones eróticas. Así es el poema que se presenta a continuación, escrito por Luz Ralda Salinas.
Eloiza
Dedujo mi comportamiento, el sitio dónde tenía control... Observó, él observó, mientras procuraba desvanecer mi sentido de escepticismo.
Es desconcertante toparte por la mañana con tu gusto eterno y terminar observando el hablar de Eloiza, aquella que se topó en tu vida de hace dos meses y medio atrás... Terminar observando entre vida reducida, predestinada a la pequeñez.
Terminé observando el tatuaje en la espalda de Eloiza, corriendo el riesgo de que ella me descubriera y le nacieran ganas de besarme, de mirarme e irse de nuevo, pero haciéndome auténtica.
Terminé hablando de Eloiza, olvidando paulatinamente lo desnuda y expuesta que me hizo estar a mi gusto eterno por la mañana, olvidando que Eloiza no me recuerda, olvidando la forma en la que la vi hoy, olvidando que Luis posiblemente olvidó recordar que procuré sus ojos toda la mañana.
Salí de la cafetería y notó por segundos mi presencia, ella me espera unos meses más tarde, en el café urbano del edificio rojo sobre la avenida de primaveras.
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Terminar observando entre vida reducida, predestinada a la pequeñez
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