Imagina que todo lo que has planeado, lo que has deseado en el lapso de unos días, en el lapso de unas horas y de pronto se derrumba. Que lo que dabas por hecho, a unos minutos de realizarse y concretarse, desapareciera.
¿Qué te queda?
¿Enojarte?
¿Odiar a todo el mundo?
Tal vez. Los planes se hacen, y así como se erigen pueden desplomarse, uno no los controla. Lo único que se controla son las acciones propias.
La noche como guillotina llega a tu existencia, por primera vez, esa etapa del día que tanto placer te ha otorgado, anhelas que no llegue, pero te chingas, de igual manera cae y te cercena. ¿Qué se siente que esta vez esté en tu contra?
—Tranquilo, hombre de negro. Estamos aquí, los dos, en la barra compartiendo un trago. Uno por tus derrotas y varios por las victorias que vendrán. Eso me dijo. Así que pregunté:
—Si este sentimiento fluye en ambos lados, ¿por qué es triste verla marchar?
–
—Escucha —me dijo—. Las noches son para ustedes, mejor dicho, las madrugadas, así que tienes varias horas de esta luna para desecharlas en bebida, y luego, si tienes el valor, te dejaré enamorarte.
—¿Y quién eres tú? Intrigado lo veía a los ojos.
—¿Y eso importa? Toma otro trago.
Y lo hice. Y todo a mi alrededor era de una atmósfera extraña y ajena.
¿Qué es el amor? Mejor dicho, ¿qué es el desamor?
Es sorprendente cuando te quedas dormido pensando en la persona que amas y continuas en el sueño, haciéndole el amor. Para luego despertar, de manera miserable, solo, húmedo y decepcionado. Esa noche descubrí que me arrastraba hacia ella, y que deseaba de manera maniática llamarle, ya que había tomado varías copas, y a pesar de que mi voz arrastrada, inentendible, y sobre todo mi lengua, en confabulación con mi cerebro, iban a traicionarme con todo lo que desataría verbalmente a su oído. Al grado de confesarle el amor que en mí había crecido, que en mí había hervido, y de suma importancia, que en mí había llegado por primera vez. Porque no existe otro enemigo más mortal que uno mismo en estado de ebriedad cuando de amor se trata.
Entonces me vuelven a decir:
—Eres patético, eres minúsculo, eres un pobre diablo. Ten, bebe más.
—¿Pero por qué debería? Si ebrio soy más peligroso que un poeta o viceversa. ¿Cuándo se ha visto que un poeta haga el mundo mejor, o por lo menos, que él lo dictamine de esa manera? Ellos sólo quieren ver el mundo arder, y sobre todo el propio.
Suficiente, he dicho, no más por esta noche. Cada trago me acerca más a mi corazón roto y me hace recodarlo y codiciarlo. Porque cada beso de ella me abre una pequeña esperanza a su alma. Y aunque no la vea, las imágenes que capté cuando la abrazaba me asechan, y me distraían de la mentira que me comenzaba a forjarme. Pero por cada beso que me daba, por cada ‘te quiero’ que me lanzaba, y por cada te extraño, me alejaba de mi corazón roto. Y me dije a mí mismo: toma un trago más, te enamoras, y te vas a la chingada.
Y me acerqué más a mi corazón roto que se acurrucaba como gato desvelado y desolado a mis pies que imploraba una caricia, que ya era hora del cariño a la luz de la luna.
—Te vas ir. Me dice ebrio mi compañero de barra.
—¿A dónde? Lo cuestioné sabiendo la respuesta.
—A la tierra de los corazones rotos. Donde todos hacen fila para que los curen, los abracen, les den besos y les digan que pueden comenzar de nuevo sin recordar el dolor del pasado.
—No suena mal, entonces —dije—. Ya es hora que la fila que haga ya no sea únicamente la del placer momentáneo derramado.
—Entonces, como ya lo sabes, toma un trago más, te enamoras y te vas a la chingada.
—Hecho. Decidí.
Me lo bebí todo hasta el fondo sin dejar gota.
**
Si te has enamorado de la forma más apasionada que jamás pensaste lo ibas a hacer, te podría gustar Decía estar enamorada de mis entrañas. O si estás en búsqueda de pareja te ayudará a conocer los Tipos de parejas que puedes tener de acuerdo a tus vidas pasadas. Aunque el amor no es siempre lo que esperamos, como las Razones por las que una persona enamorada deja a su pareja.
**
Las fotografías que acompañan al texto pertenecen a Elena Galich