A veces el amor es un cálido velo que nos vuelve ciegos, un manto oscuro que atravesamos a tientas mientras perseguimos la respiración del otro. Pero no podemos negarlo: estar ciegos de amor es un error que cometeríamos una y mil veces, porque tenemos la certeza de que después de tanta oscuridad un viento nos enseñará el camino.
Los simbolismos en la poesía del escritor español Claudio Rodríguez (1934-1999) presentan esta dualidad de la luz y la sombra, de la entrega y el dolor, de forma sutil pero certera. A continuación, te compartimos uno de sus poemas.
UN VIENTO
Dejad que el viento me traspase el cuerpo
y lo ilumine. Viento sur, salino,
muy soleado y muy recién lavado
de intimidad y redención, y de
impaciencia. Entra, entra en mi lumbre,
ábreme ese camino
nunca sabido: el de la claridad.
Suena con sed de espacio,
viento de junio, tan intenso y libre
que la respiración, que ahora es deseo
me salve. Ven
conocimiento mío, a través de
tanta materia deslumbrada por tu honda
gracia.
Cuán a fondo me asaltas y me enseñas
a vivir, a olvidar,
tú, con tu clara música.
Y cómo alzas mi vida
muy silenciosamente,
muy de mañana y amorosamente
con esa puerta luminosa y cierta
que se me abre serena
porque contigo no me importa nunca
que algo me nuble el alma.
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