(Una pequeña disertación filosófica)
En español coloquial, esto es en la jerga de cada día. La palabra panocha es, por decirlo menos, un término procaz con el que se refiere la vulva femenina; pero sin entrar aquí en tecnicismos, te puedo afirmar alimaña, que a mí la panocha me encanta. Si prestas atención, lo suficiente a esta disertación, sé que al final no sólo te va a fascinar, sino que, adicional, desarrollarás una comprensión más o menos lograda, respecto a cómo la panocha en sí misma, te puede llegar a producir un desorden mental conocido como: TOPCQRB, que bien podría traducirse como trastorno obsesivo panocho compulsivo que rico bocadito.
Alimaña: Mmm no le entiendo muy bien aún señor Marito, me puede detallar la cosa en sí, o la vaina ahí o la panocha en tanto que objeto de lujuria trascendente…
Marito: Alimaña, ¡guarda silencio, déjate de pendejadas y estáte atento! Te voy a revelar uno de los mayores secretos del universo, o más bien, de nuestro universo.
Alimaña: Señor Marito, yo la verdad no le entiendo nadita; sólo sé de integrales, derivadas y mi vecina la Juana, pero en fin.
Marito: La panocha es la gloria misma hecha carnecita. Puede ser rosadita, clarita, a veces morena, en otras oscurita, unas veces viene llenita, en otras ocasiones se presenta flaquita, con cabellito o peladita; con corte retro o estilo punk. Como quiera que sea y cualquiera que sea su presentación, es a los ojos del observador el mayor misterio que sólo puede ser conocido al ser devorado; de uno o de varios bocados. Me explico, la panocha se sirve fría o caliente, en invierno, otoño, y más aún si esta uno en VERANO.
Alimaña: Ahhh… Ya entiendo Don Marito. Veraniaoooo que llaman las juventudes, ¿o no?
Marito: ¡Silencio imbécil! Te digo que no me interrumpas mientras reflexiono sobre lo profundo de lo rico. En fin, como mencionaba, la panocha es simplemente mucho más que el conjunto de órganos sexuales externos en las féminas; es el regalo de la naturaleza para con los hombres. El problema es, diría yo, que con el primer bocado uno se vuelve adicto. Una vez pruebas panocha, de una, ahí mismo te envicias, ahh… ¡Qué cosa tan rica alimaña, qué cosa tan rica!
Alimaña: Me parece Don Marito, que ha hablado usted bellamente, lo suficiente en calidad y cantidad. Mi cabeza y mi cabezón han comprendido sabiamente su prístina intención. Uno en este mundo tan pansexualista, está llamado por un designio superior a comer panocha, panochita y panochón; a nunca rehuir al llamado de aplicar a la bella mujer la intrapiernosa, cuando así lo determina la ocasión.
Marito: ¿Qué vas a hacer, Ahora alimaña? —Lágrimas de júbilo caen por su rostro mientras termina de escuchar a su alumno más idiota–
Alimaña: Voy a decirle a mi vecina, la Juana, que me dé panocha.
Marito: ¿Y cómo se lo vas a pedir?
Alimaña: Muy sencillo maestro, sólo debo exclamar: ¡UNA DE PANOCHA PARA LLEVAR!
Helmut Newton