Una estúpida teoría sobre el amor

“Love is a piano dropped from a fourth story window,and you were in the wrong place at the wrong time”.― Ani DiFranco *Sobre el Principio del fin a través del elemento discursivo de La Maga de Vietnam. (Esbozos de lo que podría ser una estúpida teoría sobre el amor) Ya lo habría dicho Cortázar en

Una estúpida teoría sobre el amor

“Love is a piano dropped from a fourth story window,
and you were in the wrong place at the wrong time”.
― Ani DiFranco

*Sobre el Principio del fin a través del elemento discursivo de La Maga de Vietnam.

(Esbozos de lo que podría ser una estúpida teoría sobre el amor)

Poemas de desamor - una estúpida teoría sobre el amor

Ya lo habría dicho Cortázar en Rayuela: “El amor se llama con todos los nombres…” el amor se llama Melina, se llama Victoria, se llama Mariana, se llama Paulina, el amor lleva todos los nombres de todas las cosas, se llama el café de la Quinta, se llama 14 de Febrero, se llama chocolates envinados, se llama el encuentro, se llama Nostalgia, se llama el amor a primera vista, se llama me duele, se llama la carta del día…, se llama pensé que sería para siempre. Y justo esta frase nos remonta al inicio, al principio de todo, que no es el fin pero que lo predice y lo dibuja. Esta frase nos lleva por esa pequeña línea que dibuja el amor, que no tiene más que un solo origen, que para nuestra buena o mala suerte no podemos cambiar, digo, el amor es algo así como el destino, estamos destinados a ello… la gran pregunta: ¿podremos cambiarlo, a pesar de las negativas? Y a todo esto me resulta imposible no preguntarme ¿De dónde viene esta necesidad de amar?, de no sentirse solo. Nicanor Parra, anti-poeta chileno, comento ante la aproximación de su cumpleaños número cien <<que no hay mejor método para ser inmortal que evitar cualquier cosa que huele a inmortalidad>>, entonces, el empeño que pone el hombre en amar, nos descarta el hecho de que busque la inmortalidad como ser, me refiero al concepto de individuo, porque claro que buscan la inmortalidad, pero aquella que viene del amor, aquella que se deriva de un pensamiento idealizado que con el tiempo no es más que una vívida imagen de la desgracia. Y qué tan cierto es aquello que cita el anti-poeta chileno, qué tan cierto es que no se puede ser inmortal viviendo entre tanta inmortalidad… debe de ser cierto porque sabemos que dos términos semejantes se cancelan, porque precisamente sabemos que el amor duele y mata, y no mata de una y sin dolor, sino que mata en partes y entonces el dolor se prolonga y uno nunca sabe cuándo acaba. Y si es que acaba, uno queda tumbado en medio de la soledad de un cuarto vació o al final de una calle o tirado en el suelo de alguna Iglesia, lo cierto es que uno queda acabado, pero se repone, eso es cierto, porque nadie se muere de amor y no lo hará nunca, porque no existe “la muerte platónica”. Y también es cierto que uno se levanta, ya juntito sus pedazos, ya bien renovado, pero con un vació tremendo. Entonces, como todo el mundo nos la ha dicho, uno se ajusta los pantalones y se propone, estúpidamente, empezar de cero.

Amor1 - una estúpida teoría sobre el amor

¿Es posible eso? ¿Empezar de cero? Es posible levantarse y olvidarlo todo, es posible caminar sin que una ventisca de viento traiga consigo algún recuerdo que invariablemente va a tumbarte; es posible convencerte que estás empezando de cero, que todo lo demás nunca paso y que no te importa. Es una estupidez, por más que se quiera no se puede, no se puede simplemente tomar el borrador y borrar el pasado, porque el pasado somos nosotros, el pasado es nuestras creencias, nuestras supersticiones, nuestra vida. No se puede empezar de cero, es cierto, inconscientemente, nuestra mente ya está programada, nuestro niño interior está herido y busca atención, y el ego está resentido y busca fortalecerse y ya no es sólo una lucha de ti contra el mundo, sino que se vuelve una lucha tuya contra tus mil demonios, y en medio de la nada, uno se pregunta si el amor no mata, si el amor no es esa luz que salva al ser humano de toda desgracia y catástrofe, entonces ¿Qué es el amor? y si aquella persona perfecta que teníamos postrada en un altar no es lo que creíamos ser, entonces ¿Qué es del ideal amoroso?

Alguien me pregunto alguna vez, si es que en la Prehistoria existía esa atracción hacia otra persona que ahora experimentamos, si hubiéramos vivido en aquella época, al ver a una mujer hermosa, respetando los estándares de belleza de ese período, nos hubiéramos enamorado profundamente o solamente nos hubiera movido un sentimiento animal de preservación de la raza humana, o acaso un sentimiento de reproducción sin sentido aparente. Como saber si lo que nosotros llamamos amor es en realidad amor y no es sólo un sentimiento primitivo que al igual que nosotros evolucionó para mostrar su cara más “civilizada”. Freud pensaba que todos aquellos supuestos ideales, muy en el fondo, se reducen a los instintos más básicos y que en la ceguera del amor existe la sobreestimación (idealización) del objeto (el objeto que es idealizado y que nos causa tanto deseo) y empobrecimiento del yo.

Ideal de amor - una estúpida teoría sobre el amor
Lo intrigante del amor es que no sólo es ciego, sino que también es sordo y mudo y pareciera que es una especie de niño malcriado que lo pide todo hasta reducirnos a nada, y en verdad reducirnos a nada, retomemos el pensamiento freudiano que nos dicta que en el proceso de enamoramiento e idealización se experimenta un empobrecimiento del Yo, que es nuestro ego, que es ese aspecto de nosotros que nos permite reconocernos como individuos, es aquella parte de nosotros que se rige por el principio de realidad y de placer, principios que dicen que el conjunto de nuestra actividad psíquica busca evitar el displacer y procurar el placer. El ego que abarca nuestra personalidad, lo que somos, que podría ser en cierto modo un arma psíquica que pretende protegernos del sufrimiento, lo cual sabemos, no es posible. Entonces cuando se empieza a experimentar este desvanecimiento del Yo para que su lugar lo tome el objeto idealizado, el individuo pierde todo juicio basado en la razón, entonces se podría decir que el amor no solo es ciego, mudo y sordo sino que también es estúpido. Porque ahora el sujeto que idealiza ya no razona y pierde poco a poco su razonamiento para convertirse mentalmente en uno con el objeto, lo cual le trae placer momentáneo, porque ningún objeto ni individuo, por más idealizado que esté, es inherente a las leyes naturales del Universo, las cuales nos enseñan que todo en esta vida es temporal, que las estrellas mueren, que los planetas mueren, que las galaxias mueren, que todo, absolutamente todo, acaba y se mueve en el espacio/tiempo, enseñándonos que no somos dueños de nada, sino que los objetos nos son puestos en el camino para disfrutar y aprender de ellos. Dentro de todo esto, pareciera que el amor muestra el lado más sublime del ser humano al poder dejar su egoísmo atrás para amar a otra persona, para interesarse por ella, lo cierto es que no, que el amor no es una muestra sublime de la bondad del ser humano, sino todo lo contrario, como el objeto toma el lugar del Yo, la persona se vuelve indiferente al mundo que lo rodea, ama sólo a una persona, su amor no es amor sino un egoísmo ampliado. Lo cual confirma lo que se dijo anteriormente, el amor parece ser un ente semejante a un niño malcriado que pide todo, y uno, ingenuamente, lo da sin pensar en el fin.

Te quiero para siempre - una estúpida teoría sobre el amor

Ante toda esta cuestión del amor y su estrecha relación con el ego, se puede decir que el ideal amoroso no solo sirve para convertirnos en personas egoístas y estúpidas, sino también para crecer y entender el amor de una manera distinta, que no se vaya tanto por el modo psicoanalista sino por el lado poético. Durante mucho tiempo tuve un ideal amoroso, el cual se derivó de experiencia en mi adolescencia. Cierto día vi pasar a una mujer hermosa con el cabello corto, me preguntaba tantas cosas. De pequeños nos educan de una manera muy dual, o gris o negro, se me había enseñado de pequeño que las mujeres usan vestido, les gusta el color rosa y tienen el cabello largo, de pequeño se me enseño que el hombre usa el cabello corto, viste pantalón y le gusta el color azul. El ver a esta mujer tan hermosa con un corte de pelo de “hombre” me hizo cuestionarme todas esas enseñanzas que nos dan desde pequeños, en cómo nos marcan, en cómo nos dan una educación basada en la caja, en lo cuadrado, en los estándares, en las categorías y nada puede salir de ahí. La vi pasar, y alguien que estaba conmigo me dijo: “Si una mujer se corta el cabello y se ve linda, quiere decir que es una mujer bella de verdad”. Y volví a pensar en cómo precisamente esa educación está basada en la violencia, en cómo desde pequeños nos enseñan la sangrienta historia del hombre, las conquistas, las guerras, las invasiones… y toda esta educación de cierto modo nos traumatiza y nos programa para ser unos humanos violentos, que condicionados por su historia no pretenden corregirla sino repetirla. Desde ese momento la mujer con el cabello corto se volvió mi ideal amoroso, algo que yo no me cansaría de buscar nunca, porque era verdad lo que se decía, una mujer que se quita su “feminidad” y sigue siendo bella, es bella por donde la veas. Y me refiero a esta “feminidad” porque de pequeños el cabello largo significa eso para nosotros, que no entendemos que el ente femenino va más allá de una simple caballera, justamente porque estamos condicionados por esta educación violenta los géneros y los categoriza de una forma atroz. Este ideal amoroso representaba para mí la rebeldía de toda mi infancia, encontrar una mujer que rompiera todas las creencias de mi niñez y que aun así ante los ojos de un niño (mi Yo) siguiera siendo hermosa era extraordinario, sería como encontrar “al amor de mi vida”. Con el paso del tiempo me encontré con un escritor que decía que cada vez que él pensaba en el amor, pensaba en la guerra de Vietnam, porque el amor es como una guerra, uno sale herido, sin una pierna, sin un ojo, sin una costilla. Y hablaba de su ideal amoroso, y que el día en que lo encontró supo que era verdaderamente ese ideal, porque ya no pensó más en la guerra de Vietnam, sino en la paz…La paz de Vietnam. Y pasó, que un día cualquiera, encontré a mi ideal amoroso, recargada en un barandal, esperando no sé qué cosa, tal vez ya me esperaba o esperaba algo mejor o tal vez no esperaba nada. Pero la vi, era justamente como la imagine toda la vida, cabello corto, linda por donde la viera, estaba loca y volaba. Lo que me enseño este ideal amoroso, no es solo que uno no puede tener las cosas cuando las quiere, me enseño también que nadie es dueño de nadie y que si pretendes retener a alguien en contra de su voluntad acabara odiándote y acabaras odiándote. Me enseño que no todo está perdido y que hay esperanza. Me enseño que aunque encuentres al amor de tu vida no te garantiza que estés con ella. Me enseñó a no depender de nadie, me enseñó a amarme a mí mismo, me enseño que a pesar de todo siempre habrá alguien que se preocupe por ti, que te piense, que te sepa, que te cuide. Me enseñó a valorar el tiempo y a disfrutar a las personas. Y como estaba loca, me enseño la locura y abrió en mi vida puertas que estaban cerradas. Y como volaba me enseño el cielo y me enseño los aterrizajes forzosos. Y como era una de esas mujeres que son infinitas me enseño el final y me hizo entender. Y como era una de esas mujeres que lo dice todo con un gesto, cuando se fue entendí que era en realidad en amor y en como pasamos toda nuestra vida perdiendo el tiempo.

Buffalo 66 - una estúpida teoría sobre el amor

El amor es un acto de repetición, no se ama cientos de veces, se ama una sola vez en la vida, lo demás, es ya la mera continuación de ese amor primerizo. Si uno analiza fríamente sus relaciones, se dará cuenta que siempre repite el mismo patrón, ante algunas situaciones reacciona ya de un modo previsto. El primer beso continua en todos los labios que has tocado, el abrazo se traslada a todas las despedidas forzadas, nunca has tocado una mano que no sea la mano de esa mujer que amaste hace tiempo, las demás son sólo pedazos de carne inerte. ¿Cuántas veces tus relaciones no han terminado de la misma forma? ¿Cuánto parecido tiene tu pareja actual con la última? A eso se subyuga el amor, a un acto de repetición; de monotonía absoluta. Amar ya no es algo nuevo, en cierto modo las palabras de afecto han perdido cierta veracidad. Podría decirse que el amor es una idea muy simple: querer al otro o morir en el intento. Al ser una idea tan concreta, ésta se vuelve un principio; algo que está establecido ya por antigüedad, no sabemos quién pudo haberlo impuesto, pero sí sabemos que cuando llegamos al sitio en el que se supone debemos estar para encontrarnos con esa persona que va a cambiar el rumbo de nuestras vidas, ya desde ese momento el principio del amor está entre esas dos personas. Y a este ya de por sí complicado tópico, se le aparece el verbo estar. El principio está y nosotros estamos todo el tiempo dentro de él. Estamos enamorados, estamos sonriendo, estamos comprando chocolates y globos, estamos besando, estamos pensando, estamos llorando, estamos muriendo. “Estar” es el verbo del amor, y por lo tanto de la constante repetición, a esto me refería al decir que las palabras de afecto ya han perdido credibilidad. Dime si no te aburre el te amo que repites trecientas cincuenta y nueve veces al día, dime si no te aburren los mismos regalos, el mismo abrazo, el mismo beso que diariamente se repite y se repite y se repite. Dime si no te has aburrido del me encantas y me fascinas, dime si no te aburre visitar los mismos lugares siempre, dime que el amor no es un laberinto que te pierde y te lleva por los mismos pasillos interminablemente. Habría que destruir estas palabras, olvidarlas, borrar el verbo “estar” de nuestro vocabulario. Inventar una forma menos humana y más poética de amarnos. Volvernos anti-humanos, hombres que vean en el amor la posibilidad de llevar al ser al punto más alto de la trascendencia corporal, tendríamos que empezar por destruir toda la humanidad que esté en nosotros, esto implica dejar de amarnos con ese amor tan humano, ese amor del ego, de la idealización, del egoísmo ampliado, ese amor que, como decía Freud, nace de un trabajo en común, porque no hay amor sin trabajo: el trabajo de producir amor sin descanso, el trabajo de transformarse en humano. Y lo que nos hace humanos es encontrarnos con el lenguaje. Es por eso que hablaba del amor con conceptos freudianos, ya que este es el gran problema al que nos enfrentamos al amar, el conflicto de amarnos lo más humanamente posible, que muy en el fondo es un amor que se deriva de una educación violenta, que conduce a una sociedad violenta que tiene sus orígenes en una Historia Universal llena de sangre.

Buffalo 66 - una estúpida teoría sobre el amor
A partir de esto, de entender todos estos conceptos humanos que nos llevan a la idealización, al sufrimiento y a la violencia, a partir de entender el amor como esta máquina de repetición absoluta y de dependencia emocional, habría que empezar a convertirnos en ese anti-humano que sería capaz de llevar al amor al punto máximo, al cenit de la existencia. Convertirnos en ese Übermensch que pretenda superar el estado del ser humano. Y lo verdaderamente complejo sobre el amor no son sus variaciones lingüísticas, sino sus complicaciones sistemáticas, porque estamos de acuerdo que el principio de algo y el fin de algo son cosas totalmente diferentes, si bien no son términos que se desentienden tampoco son términos sinónimos. Sin embargo, el principio del amor significa, a su vez: el fin, y no del amor sino de la persona, el más débil de los dos acaba siendo comida para cuervos. Sólo en el amor en el comienzo ya está el fin, porque el amor es así, se vive por él y se muere por él. Amar es un acto suicida, una eutanasia, un suicidio asistido; es colocar una pistola sobre la cabeza del otro sabiendo que en cualquier momento te puede disparar, pero aun sabiendo que tenemos la oportunidad de disparar no lo hacemos y eso es lo que hace al amor tan especial, y es por eso que para el hombre se vuelve casi como una adicción. Y la posibilidad de transcender se vuelve más difícil. Pero para que el amor verdaderamente funcione y verdaderamente se convierta en un gesto sublime, debe olvidarse todo lo que se sabe sobre el amor, inventar el anti-amor, que vaya en contra de todo, inventar un anti-humano que practique aquella ideología, alguien que vaya en contra del lenguaje, del trabajo humano que supone el amor, encontrar en el ideal amoroso una mujer que abarque a todos los seres humanos, una mujer que sienta pasar por su cuerpo el sufrimiento de todos los pueblos, una mujer vidente, una mujer maga. La Maga. Una mujer que no termine, una mujer que sea interminable, que sus manos no terminen en sus uñas, sino que sigan y sigan más allá del gesto de abrazo y que abracen al mundo entero, que sus ojos vayan más allá de la mirada y que se prolonguen hasta descubrir todas las injusticias del mundo. Una mujer que pueda mirarte a los ojos y hacerte entender que nada es para siempre y que aun así tengas la seguridad de que podrás vivir sin ella. Una mujer que te exija que no le hagas el amor, que lo inventes para ella.

Habría que replantearnos todo, desde el principio. Y buscar una mujer que se muera por matar su parte más humana, no sólo para quererte a ti, sino para querer a la humanidad.

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