Con la frialdad narrativa de una crónica de sucesos o una anécdota de camino, Cecilia Cabrera construye esta historia de suspenso.
Autostop
Ema esperaba un taxi en la esquina del Teatro La Chacarita. Ya eran las doce la noche. Por la mañana había tenido la precaución de hacer el recorrido desde el hotel hasta el teatrín para conocer el territorio… a ver si era transitable por una mujer sola a la noche. Caminó por Maipú, cruzó el puente del mismo nombre y después agarró Buchardo. No le pareció una opción viable, ya que sólo había negocios en esas calles, por lo cual, de noche, estaría desolado.
Pasados veinte minutos, ella seguía parada en la esquina sin resultados.
Mientras espera, ve pasar a su derecha a una pareja que también había estado viendo la obra de teatro. Recordaba haber visto a esa mujer y ese hombre sentados en el patio frente a ella aguardando que dieran sala.
A los pocos segundos, la mujer vuelve junto a Ema y le dice:
—Hola. Yo soy María, trabajo en El Diario. ¿Querés que te acerque a algún lado? Porque acá no vas a conseguir taxi. Vengo yo para darte confianza, porque si es un hombre te va a dar miedo.
Para Ema daba igual que le dijera que trabajaba en cualquier lado. Ella no era de Córdoba, así que no conocía nada. Pero la ternura de la mujer, su indemostrable argumento y el haberla visto en el teatro le dieron suficiente confianza para subirse al auto, así que fue con ellos.
En el camino, el marido de la conductora le hacía chistes de que en realidad ellos eran un matrimonio de asesinos seriales y que la iban a secuestrar. Se reían los tres a carcajadas. ¿A qué mujer sola se le ocurriría subir al auto de un par de desconocidos? ¡A Ema! Ella, siguiendo con el hilo humorístico de la conversaciones los previno:
—Miren que si van a vender mis órganos en el mercado negro, ya les aviso que mis pulmones no sirven para nada… ¡Fumé durante veinte años!
Las risas y la complicidad amenizaron todo el recorrido.
Dos días después, a orillas del río Suquía, entre los juegos infantiles que están junto al puente Maipú aparecieron dos cuerpos. Un hombre y una mujer en bolsas negras de consorcio, muy cerca de un cartel que dice “Cuídelo, este espacio es suyo”. Después se supo que eran marido y mujer. El Volkswagen ellos apareció una semana después, en Mendoza.
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Son muchas las ocasiones en las que los misterios le dan sentido a la vida. En otras simplemente los protagonistas de esos misterios confiesan todo.