La lotería mexicana es de los juegos de mesa más emblemáticos de México. Ha estado con nosotros desde la conquista española y hay poca gente en el país que nunca lo haya jugado al menos una vez. A pesar de ser conocido hasta a nivel mundial, un elemento de la cultura mexicana con tanta historia aún tiene secretos y sorpresas que darnos, como los 54 versos que tradicionalmente acompañaban el nombre de cada carta del juego y, aunque hoy en día casi no se canta, te mostramos cuales eran para mantener esta tradición viva.
¿De dónde viene la loteria?
La primera versión del popular juego proviene de Italia, donde se creó ‘lotto’ por el año 1400. Este primer modo de jugarse solo pedía que sacaras 5 números de 90 para ser ganador, y desde este entonces a cada número se le atribuía una imagen.
El juego fue ganando popularidad hasta llegar a España, y de aquí se introdujo a México a través de la conquista en el siglo XVIII y si bien la lotería estaba reservada para las clases altas, durante la guerra de independencia pasó a ser una actividad de los soldados que desesperadamente necesitaban una distracción de la violencia.
Dos versiones de la lotería
En la actualidad un juego de lotería tradicional cuenta con 54 cartas, y las imágenes que aparecen en ella son resultado de la mezcla entre dos versiones distintas del juego.
Primero está la versión de Clemente Jaques, un empresario francés cuyo nombre nos puede resultar muy conocido. Jaques imprimió sus propias imágenes para el juego en 1887 y las distribuyó a lo largo del país, de aquí salen cartas como la del gallo.
También existía una lotería conocida como ‘campechana’ que incluía diversas iconografías del tarot como la luna. Juntas, las dos versiones componen la lotería actual que se juega a lo largo de todo el país.
Los versos olvidados
Como era usual jugar la lotería en ferias durante el siglo XVIII y XIX, quienes se encargaban de leer las cartas le ponían su propio giro al asunto, entre ellos recitar versos con cada imagen.
Es por ello que los versos podían variar según el lugar, la versión que aquí traemos fue proporcionada a la Revista de Literaturas Populares por Samuel Juárez Martínez, quien además la aprendió de Juan José Gallo, antiguo dueño de una imprenta en Ciudad Madero, Tamaulipas.
Los 54 versos que se cantaban para jugar tradicionalmente la Lotería Mexicana
Ahora te los presentamos, para que puedas preservar la tradición olvidada:
El que le cantó a san Pedro
no le volverá a cantar.
El diablo son las mujeres
cuando se quieren casar.
La chula de Severiana
un tacón quería empeñar.
Don Ferruco en la Alameda
su bastón quería empeñar.
El paraguas quitasol.
Medio cuerpo de sirena,
medio cuerpo de mujer.
La escalera, siete palos,
la escalera del pintor.
La botella del tequila,
la botella del mezcal.
El barril es quintaleño,
el barril del mezcal.
El árbol de la esperanza
que de venir no se cansa.
El melón y sus olores,
un pedazo me has de dar.
’Tate quieto, Valentín,
no te vayas a pelear.
El gorrito ponle al nene,
no se te vaya a resfriar.
La muerte siriquiflaca,
montada en su burra flaca.
Me esperas donde quedamos,
para poder platicar.
Bonito cinco de mayo,
el pabellón nacional.
El bandolón ya no suena,
hay que llevarlo a afinar.
El violoncello del maistro,
que no deja de sonar.
Llegaron los picos largos
de la feria de San Juan.
El pájaro churlumirlo,
que no deja de cantar.
La mano del escribano,
la mano del criminal.
La bota rechina,
la bota del general.
La luna tuerta de un ojo,
que no deja de brillar.
Perico, da’cá la pata
y empiézame a platicar
los trabajos que pasabas
cuando no sabías hablar.
Al borracho, mi compañero,
ya se lo van a cargar.
Para negros, en La Habana;
uno acaba de llegar.
El corazón de una ingrata
yo lo voy a traspasar.
La sandía y su rebanada,
un pedazo me has de dar.
No te arrugues, cuero viejo,
que te quiero pa’ tambor.
Camarón que se duerme
se lo lleva la corriente.
Las jaras o no las jaras,
o las dejas de jalar.
El músico, trompa de hule.
La araña teje su tela.
Centinela, ponte alerta,
que te habla tu general
La estrella polar del norte,
que no deja de brillar.
El caso que te hago es poco;
el caso es averiguar.
El mundo es una bola,
y nosotros, un bolón.
Para apaches, en Chihuahua;
uno acaba de llegar.
El auxilio de San Luis,
que le llaman el nopal.
¡No levantes esa piedra,
que te pica ese animal!
Rosa, Rosita, Rosaura,
Rosita se ha de llamar.
Ya te vide an ca’ la güera.
La campana, y tú, debajo.
Todo cabe en un jarrito,
sabiéndolo acomodar.
Don Venancio, a la carrera,
un balazo le han de dar.
Solito me estoy quedando,
solito me he de quedar.
Si te mueres, te la pongo,
la coronita imperial.
Rema y rema, Joaquinita,
y no dejes de remar.
Te empino y me voy de paso,
y empinado has de quedar.
Me pescaron vacilando
en la puerta del zaguán.
Sube a la palma, palmero,
y bájame un cocotal.
En la maceta me dieron,
por no saber barajar.
El arpa vieja de mi suegra.
¡Qué saltos pega tu hermana
en la puerta del zaguán!
*Con imágenes de: IMER, México Desconocido, Pinterest