¿Le robarías miles de billetes a tus amigos?, ¿a tus mejores amigos?
Renton lo hizo. Y estaba feliz. ¿Recuerdan aquella sonrisa descarada en un puente de Londres después de que le robó a sus mejores amigos? ¿No les gustaría ser así de felices? ¿Con toda la vida por delante?
Quizá sí lo harías, puede que no. Y aún si lo hicieras, ese dinero no cambiaría tu vida. La haría peor, o sería buena hasta que el dinero desapareciera, regresándote a donde comenzaste.
Esa fue la lección que nos dejó T2: Trainspotting, la secuela de Danny Boyle, con la que vimos a Renton, Sick Boy, Spud y Begbie 20 años después del robo, como hombres de mediana edad sin un futuro claro, jodidos por su pasado e hundidos en la miseria en la que nos hunde la vida.
Crear ese trabajo fue una excelente forma de darle fin a la leyenda de Mark Renton y Trainspotting, pero aunque nos ofrece todas las respuestas y lecciones que nos merecíamos, Porno, la novela en la que está basada, ofrece un panorama mucho más negativo de lo que sucede cuando traicionas a tus amigos; no tienes idea de qué va a ser de tu vida y lo único que parece ser constante es el caos de la existencia.
Porno fue escrita en 2002, por Irvine Welsh, y reencuentra a nuestros protagonistas nueve años después del robo, mucho antes de lo que aparece en la película, así que aunque los personajes han cambiado, siguen teniendo la misma mente inmadura de cuando terminó Trainspotting.
Simon “Sick Boy” Williamson es el personaje principal, y aparece como el mismo hombre de estafas que conocemos, siempre tratando mejorar. El hombre está de vuelta de Londres, y decide comprar el Pub de su Tía, el Port Sunshine, para deshacerse de todos los viejos y “sucios” conocidos que lo frecuentan para convertirlo en parte de la nueva era de Edimburgo, Escocia. Sin embargo, su meta principal es filmar una película porno y transformarse en un exitoso productor de cine.
Renton, cuyo papel es mucho menor en la obra, se encuentra en Amsterdam en un matrimonio fallido con una mujer alemana, pero tiene éxito en los clubs nocturnos, de donde es socio, y se encarga de la logística de los eventos. Spud, por su parte, sigue siendo el mismo adicto de siempre, y Begbie es liberado de la cárcel después de asesinar a un hombre sin razón aparente. Ese es casi el mismo setting que vemos en el filme T2, pero la forma en que se desarrollan los eventos, y las lecciones que aprenden los personajes son muy distintas.
Uno de los personajes principales de la novela y que no aparecen en la película es Nikki, una joven estudiante de cine originaria de Londres cuya curiosidad sexual y deseo de liberarse la llevan a conocer a Simon, y a enamorarse de él. Sin embargo, es a través de sus ojos que vemos cómo, aunque el hombre actúa con elegancia, dulzura y un estilo inigualable, por dentro es el Sick Boy podrido que todos conocen.
Welsh usa distintos narradores para desarrollar la historia y es gracias a ese método que podemos descubrir las distintas dimensiones de cada uno y el efecto que tiene con las distintas personas con las que se involucran. Asimismo, el autor utiliza una técnica de escritura que se apega a la fonética de las palabras para hacer que el lector imagine los sucios y brutales acentos de los personajes, lo cual hace la lectura algo rasposa pero que nos obliga a visualizar claramente a los personajes.
Como en el resto de sus obras, Welsh no sólo se encarga de mostrar aquellos rostros ocultos de la sociedad que muchos tememos conocer, sino que también hace visible de dónde vienen esas personalidades. Hace crítica social sobre el sistema, presenta observaciones únicas sobre los cambios del Gobierno, la identidad de sus ciudadanos y cómo el progreso hace que lentamente esos personajes desaparezcan. Mientras hace eso, utiliza humor ácido, escenarios grotescos y muestra el lado más oscuro de las personas al develar los engaños, las traiciones y la violencia que reside en cada personaje.
Oscura, depravada y horrenda: esa sería la forma de describir la novela, pero no de una forma negativa. Es majestuosa la forma en la que Welsh logra mostrar algo podrido y hacer que parezca brillante. Sick Boy se hunde en la perversión de la pornografía, Spud en las drogas, Begbie lleva al límite su ira provocando violencia en sus hijos, su exesposa y en extraños de bares, y Renton es el mismo pelirrojo traicionero de siempre, y aunque todos tienen motivos para odiarse, nadie lo hace de una forma genuina. Es decir, Sick Boy podría detestar a Renton por tomar el dinero pero no lo hace, ya que él mismo pudo haberlo hecho. Welsh muestra cómo en el fondo, sin importar qué tan jodidos estemos, todos tenemos algo que nos une; en el caso de los personajes es su pasado, pero también su inhabilidad para cambiar.
Aunque toma tintes extremadamente negativos, al final Welsh logra nivelar toda la trama demostrándonos que no todos aquellos que parecen podridos están destinados a ser miserables, sólo aquellos que se rehusan a ver sus errores. Cada una de las interacciones que tienen los personajes sirve para aprender de ellos mismos, y quienes no lo hacen terminan siendo los engañados y traicionados.
T2 fue una excelente obra, pero vale la pena leer Porno para conocer el “otro” destino de los personajes. Ambas obras tienen puntos similares, pero formas distintas de mostrarlos. Welsh usa la brutalidad, el exceso y la pornografía para hablar sobre cambio y obsesiones, y aunque Danny Boyle también lo hace, el escritor va a lo más horrendo de la mente humana para hacernos reír y mostrarnos que si no cambiamos, nuestra vida podría convertirse en lo que siempre temimos.