Bueno, ya sabes lo que dicen, eso de que nadie se muere de amor…
Y aquí estamos, extrañándonos.
Muertos de ganas de volver a amarnos y con mil silencios esperando. Dicen que no se muere, pero el amor desde dentro te roba el aire, las fuerzas.
Dicen que nadie se muere de amor, pero a veces se siente que sí. Sobre todo como hoy, aquí añorando tenernos en frente y así poder hacer fiesta con tus labios, con tu cabello flotando sobre el aire, con tu sonrisa que hace eco sobre el horizonte.
Muero de amor por vivirte, por cantarte, por danzar sobre tu cuerpo; quiero formar constelaciones con nuestro paso, dejar huellas maravillosas de dos que murieron de amor y renacen para seguir amándose. Quiero que seamos fieles testigos de que morimos de amor y ese mismo amor trascendió todo augurio, y andamos juntos, de la mano, amándonos.
Curiosa la vida, curiosa sensación ésta que palpita en mi pecho. Que nos consume poro a poro, regalándonos tanta savia, tanto esplendor.
Y aquí estoy muriendo de amor, porque mis pasos te indagan, mis voz te espera, mis alientos agonizan. Morimos de amor, cada uno en su universo, palpitando tan sólo con ese hilo de esperanza de encontrarnos. Construyendo un cosmos de detalles que perdurarán más allá de nosotros.
Muertos de ganas, renacemos en ese amor que desde dentro nos nutre, nos conserva. Muertos de amor, reímos, soñamos, fantaseamos y creamos nuestro día a día. Muertos de ambiciones de volver a sentirnos.
Muertos, atónitos, estamos aquí: muriendo de amor.
**
El amor nos vuelve locos, nos llena el cuerpo de felicidad y esperanza; por eso la poesía es otra manera de demostrar lo que sentimos: “Voy a escribir en tu espalda para dejar marca”.