“Un gato es la única posibilidad de acariciar a un tigre”.
Carlos Monsiváis
¿Cómo podemos rendirle un homenaje a uno de los intelectuales más importantes que ha dado México? Carlos Monsiváis decía: “No puedo hacer un resumen de mi vida, porque está conformada por varias épocas y circunstancias, libros, amistades y pleitos”, y agregaba: “eso sólo admite resúmenes parciales”. Si él, que era dueño de su propia vida, de sus propias decisiones, de sus propias aseveraciones, no podía hacer un resumen de su vida, menos nosotros. Quizá uno parcial, como él mismo lo dijo alguna vez.
Ese resumen parcial que Cultura Colectiva News puede hacerle a Monsiváis, tras diez años de su muerte, es a través de lo que más amó en la vida: sus gatos.
Carlos Monsiváis tuvo más de treinta gatos a lo largo de su vida. (Foto: Erizos)
¿Por qué recordarlo a través de sus gatos?
El primer contacto que tuve con Carlos Monsiváis fue a través de lo que escribía sobre el movimiento estudiantil de 1968, especialmente con Días de guardar. Decía que no había estado en Tlatelolco, pero que sí había visto las consecuencias de la matanza de estudiantes. Después de acercarme a él a través de sus escritos referentes al tema, lo siguiente fueron sus gatos. Era lo que más le identificaba, estar rodeado de ellos en casa.
Carlos Monsiváis era el señor de los gatos. Cuando falleció el 19 de junio del año 2010, el escritor poseía 13 mininos, aunque muchos de sus allegados decían que cuidó a más de 20 en toda su vida. Decía que los gatos eran mucho mejor compañía que las personas… Quizá tenía razón.
Era raro no ver a Carlos Monsiváis rodeado de libros y de gatos. (Foto: El Sol de México)
¿Tenían nombres los gatos de Carlos Monsiváis?
Sí y unos verdaderamente creativos, aunque no les quitaba la rareza. Quien lo visitaba tenía que aceptar no sólo a los felinos, sino también el penetrante olor a orina del ambiente, el pelo pegado en la ropa y sí, llamarlos por sus nombres.
Fray Gatolomé de las bardas, Mito genial, Miss Antropía, Catzinger, Peligro para México, Miau Tse Tung, Chocorrol, Evasiva, Miss Oginia, Voto de castidad, Caso omiso, Posmoderna, Fetiche de peluche, Monja desmantecada, Ansia de militancia, eran los nombres de algunos de los gatos que lo acompañaron a lo largo de su vida.
Cuando alguno de ellos fallecía, Carlos Monsiváis no podía sino dejarlos cerca de él, así que decidía hacer un agujero en el jardín de su casa para ahí enterrarlos. El luto era como si estuviera velando a algún amigo. Lloraba, se sentía triste, recordaba y dejaba ir. A ocho años de su muerte, hoy recordamos a Monsiváis a través de aquellos a quienes él consideraba unos tigres: sus pequeños gatos.
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