Antolín Jiménez Gamas fue teniente y de presidente de la Asociación Nacional de Charros. Este hombre de veintitantos e integrante del ejército de Francisco Villa, fundó en 1942 la Legión de los Guerrilleros Mexicanos para dar batalla en una posible invasión de los nazis a México durante la Segunda Guerra Mundial.
Pero él no fue el único charro montado a caballo que se armó con pistolas y machetes para la batalla; en menos de un año, juntó a 150 mil hombres que, bajo el cobijo político del entonces presidente Manuel Ávila Camacho, estuvieron dispuestos a todo frente a los países del Eje del mal (Alemania-Italia-Japón), y dieron el grito de guerra después de que los submarinos nazis atacaron dos buques petroleros en el Atlántico, frente a las costas de Florida, tal como lo documentó la periodista Elia Baltazar en su artículo La increíble historia de los 150.000 charros mexicanos que se prepararon para combatir al ejército nazi de Adolf Hitler.
Antolín Jiménez a caballo. (Fuente: Infobae)
Pero Antolín no era un improvisado, sus sentimientos patriotas tenían con qué defenderse, pues además de montar a caballo y hacer suertes con la cuerda sabía de armas y estrategia de guerra (antes luchó con Villa), también sabía de dinero, pues fue recaudador de impuestos, fundó una editorial y un partido político —Partido Nacional Revolucionario—, y hasta fue tres veces diputado federal.
Aunque pareciera que lo nazi jamás tocaría suelo mexa, lo cierto es que la influencia del Tercer Reich llegó lejos, pues más allá de una parte de la comunidad alemana, fue eje en el pensamiento progre de José Vasconcelos (y su raza cósmica), quien apoyó abiertamente a Alemania y no a Estados Unidos en la limpia racial, y que además fundó su revista Timón, donde plasmó su imaginario sobre la conspiración de los judeomasones y sus filias anticomunistas.
Portada Revista Timón. (Fuente: Fototeca Inah)
Muy poco se supo en su momento de esta Legión de Guerrilleros durante su año de fundación, y fue hasta 1943 cuando algunas apariciones en la prensa nacional les dio visibilidad, otorgándole el lugar que tiene hoy en la historia al Escuadrón 201 (sí, lo de la estación del Metro de la línea 8/verde), esa unidad aérea que combatió en las islas Filipinas.
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